El arquitecto Jorge camina rumbo a su casa pasando en frente del Hotel Bestial
Diego León Ramírez*
Jorge admira desde el otro lado de la acera a las personas que entran, unos jóvenes con uniforme roban su atención; es un niño con cara de bebé no superior a 1.40, va acompañado de una joven mucho más alta que él y con rostro más experimentado. Lo lleva de la mano, casi arrastrando. El joven está temblando, se le nota el pánico en su rostro, voltea, y desaparece tras cerrar la puerta del hotel.
Bueno… ¡¿otra vez licenciado?!... ¿apoco me estaba viendo?... no. No le quiero tomar el pelo… si, pero sólo escuché y vine corriendo… no, mi Lic. Yo sería incapaz de mentirle… ¿Qué alcancé a ver?... bueno…
Se queda allí a pesar de que se ocultaron en el hotel. Presiente que en cualquier momento puede suceder. Se queda esperando. Piensa lo qué podría estar pasando, en el color de lo que había debajo de esa falda colegial (si es que había algo), atento en las ventanas, imaginando cual podría ser el cuarto que habían ocupado, buscando el movimiento de carnes en los huecos de las cortinas.
Una parte de la pared comienza a cuartearse, Jorge sonríe y aprieta la quijada y la próstata y empieza a esperar.
El pedazo de pared comienza a despellejarse, caen trozos de carne, las cortinas del cuarto se transparentan. A través de esos hoyos se ve la falda a cuadros que tanto espera, montada en un pantalón azul marino. La pared cae cada vez más rápido, los vidrios explotan y caen al piso junto a las cortinas. El cuarto está totalmente descubierto. La joven comienza a besar el cuello mostrando la prenda blanca que Jorge tanto quería ver; desabotona la playera del inocente, acaricia su pecho, su abdomen esquelético. De un sólo movimiento desaparece su blusa y de otro su brasier. Sus pechos están desnudos: la enorme areola hipnotizaba la mirada de Jorge.
Se veía bien grotesco… si, hasta yo me espanté… ¿desde qué hora me vio… pues a esa hora llegué… yo sería incapaz.
El joven era asfixiado por los grandes atributos femeninos. La mujer parece disfrutarlo tanto como Jorge; arranca los jeans, exhibe un bóxer de superhéroes pegado a la piel. Ella no espera más y arranca de una mordida el glúteo aún con tela. El joven desaparece sus pupilas, mientras ella lo devora una mordida tras otra, hace crujir cada uno de sus huesos entre sus dientes hasta desaparecerlo de la cama.
La mujer cae como poseída por un no cualquier orgasmo, las piernas le tiemblan, los dedos se engarrotan, su trusa es empapada, sus extensas areolas ahora son dos duros picos. Sus pantis son desechas por un par de manos dentro de su vagina. Comienza a gritar y a pujar mientras un cuerpo sale de su vientre.
Si, bueno… si vi, pero solo fue muy poco… llegué cuando ya estaba sucediendo… no puedo reconocer sus rostros… no sé quién es el culpable… ya le dije que solo vi una parte.
La pared completa se desuella como socavón. Todos los cuartos quedan desnudos, los inquilinos –asiáticos, africanos, latinos y europeos- corren hacia ella. Los de su mismo piso rompen las paredes y jalan las camas para juntarlas alrededor.
El cuerpo termina de salir, el rostro de bebe ahora es el de un joven pecaminoso, sin moral ni dogmas; mide aproximadamente 1.70 metros y su cuerpo es atlético, observa a su alrededor todas las camas y rostros que lo rodean, se pone y se lanza contra la multitud.
Sí, mi Lic… sólo llegué cuando el tercer piso se había convertido en un sólo cuarto. Todos se comían en una orgia interracial… no, mi Lic. ¿Cómo los voy a identificar si estaban todos mordidos?... ¿el idioma que hablaban?... “¿cómo podría delatar a los italianos después de haberme deleitado con tal espectáculo orgiástico?”…no, mi Lic. No los puedo reconocer por su idioma, solo escuchaba gritos, gemidos, orgasmos y esos sonidos no tienen idioma, pero no se agüite que sabe que aquí está su arquitecto para repararle las paredes… no diga eso, sabe que se lo dejo baratito como siempre.
Bueno… ¡¿otra vez licenciado?!... ¿apoco me estaba viendo?... no. No le quiero tomar el pelo… si, pero sólo escuché y vine corriendo… no, mi Lic. Yo sería incapaz de mentirle… ¿Qué alcancé a ver?... bueno…
Se queda allí a pesar de que se ocultaron en el hotel. Presiente que en cualquier momento puede suceder. Se queda esperando. Piensa lo qué podría estar pasando, en el color de lo que había debajo de esa falda colegial (si es que había algo), atento en las ventanas, imaginando cual podría ser el cuarto que habían ocupado, buscando el movimiento de carnes en los huecos de las cortinas.
Una parte de la pared comienza a cuartearse, Jorge sonríe y aprieta la quijada y la próstata y empieza a esperar.
El pedazo de pared comienza a despellejarse, caen trozos de carne, las cortinas del cuarto se transparentan. A través de esos hoyos se ve la falda a cuadros que tanto espera, montada en un pantalón azul marino. La pared cae cada vez más rápido, los vidrios explotan y caen al piso junto a las cortinas. El cuarto está totalmente descubierto. La joven comienza a besar el cuello mostrando la prenda blanca que Jorge tanto quería ver; desabotona la playera del inocente, acaricia su pecho, su abdomen esquelético. De un sólo movimiento desaparece su blusa y de otro su brasier. Sus pechos están desnudos: la enorme areola hipnotizaba la mirada de Jorge.
Se veía bien grotesco… si, hasta yo me espanté… ¿desde qué hora me vio… pues a esa hora llegué… yo sería incapaz.
El joven era asfixiado por los grandes atributos femeninos. La mujer parece disfrutarlo tanto como Jorge; arranca los jeans, exhibe un bóxer de superhéroes pegado a la piel. Ella no espera más y arranca de una mordida el glúteo aún con tela. El joven desaparece sus pupilas, mientras ella lo devora una mordida tras otra, hace crujir cada uno de sus huesos entre sus dientes hasta desaparecerlo de la cama.
La mujer cae como poseída por un no cualquier orgasmo, las piernas le tiemblan, los dedos se engarrotan, su trusa es empapada, sus extensas areolas ahora son dos duros picos. Sus pantis son desechas por un par de manos dentro de su vagina. Comienza a gritar y a pujar mientras un cuerpo sale de su vientre.
Si, bueno… si vi, pero solo fue muy poco… llegué cuando ya estaba sucediendo… no puedo reconocer sus rostros… no sé quién es el culpable… ya le dije que solo vi una parte.
La pared completa se desuella como socavón. Todos los cuartos quedan desnudos, los inquilinos –asiáticos, africanos, latinos y europeos- corren hacia ella. Los de su mismo piso rompen las paredes y jalan las camas para juntarlas alrededor.
El cuerpo termina de salir, el rostro de bebe ahora es el de un joven pecaminoso, sin moral ni dogmas; mide aproximadamente 1.70 metros y su cuerpo es atlético, observa a su alrededor todas las camas y rostros que lo rodean, se pone y se lanza contra la multitud.
Sí, mi Lic… sólo llegué cuando el tercer piso se había convertido en un sólo cuarto. Todos se comían en una orgia interracial… no, mi Lic. ¿Cómo los voy a identificar si estaban todos mordidos?... ¿el idioma que hablaban?... “¿cómo podría delatar a los italianos después de haberme deleitado con tal espectáculo orgiástico?”…no, mi Lic. No los puedo reconocer por su idioma, solo escuchaba gritos, gemidos, orgasmos y esos sonidos no tienen idioma, pero no se agüite que sabe que aquí está su arquitecto para repararle las paredes… no diga eso, sabe que se lo dejo baratito como siempre.
*Diego León Ramírez (1999). Estado de México. Ganador del 2º lugar en el 3er Concurso de Cuento Macabro, 2do lugar en cuento inter CCH “El vagón literario”. Publicado en: PERSONAE, Materia escrita y Nocturnario . Participé en “La juventud y sus voces” y en el 3er Coloquio de literatura caribeña. Curso el 6to semestre en CCH Vallejo. Mi aspiración es estudiar Derecho. Escribo narrativa: cuento en general, pero estoy incursionando en la poesía.