Orloj
Fernando Yacamán*
El presente cuento pertenece al libro “La virgen del sado”.
Ediciones Periféricas 2022
Ediciones Periféricas 2022
Moriré al encontrarte.
En el muro, santos y una calavera protegen a Orloj que señala el movimiento de los astros que conjuran el cielo. Contra ese muro te besé; tu lengua luminosa me incendiaba, en tu boca, todos los amaneceres; en tu abrazo, la sentencia de mi muerte; tus ojos negros, el sol que despertaba al mundo; y ahora, desde que desapareciste sólo cae lluvia, escurre por mis párpados, el río nace en las calles y expande un horizonte azul.
El universo es la tormenta a punto de caer y yo te encontraré porque aún existo.
En el bar una canción se repite con estruendo (¿o es mi voz repitiendo tu nombre?) El viento azota la puerta de la catedral; adentro sólo oscuridad y el perfil de los santos. En el cementerio cráneos resplandecen como soles. El río se ensancha y desde hoy lleva tu nombre. En el puente, un manto de luces cubre las estatuas; son arañas que la lluvia ilumina. En el mirador la noche es un animal y su rugido es trueno que alumbra sombras.
El trueno es tu ausencia en mis entrañas; te encontraré aunque el mundo sea la tormenta.
Tu abrigo está sobre la banca y aún tiene tu olor; estás cerca. Aunque no esté hecha a mi medida, te siento. Yo huelo a ti. En las azoteas, agua se desborda, cae en el piso, revienta contra la fuente de Lobos, que ahora es un estanque vertiginoso y encuentro tu mochila que flota como un ahogado. Dentro, una carta con tu letra que se escurre, lo único que distingo es mi nombre.
Relámpagos abren el cielo y su profundidad es un abismo. Las calles me llevan al muro donde nos besamos. Aquí te esperaré. Escucho el latido del cielo en cada gota que cae. Mi esperanza está en el muro, en ese reloj que impide tu muerte, si no te abrazo en esta realidad, confío en Orloj. Sus manecillas que alumbran los astros, me indican el lugar en el universo donde te encontraré.
En el muro, santos y una calavera protegen a Orloj que señala el movimiento de los astros que conjuran el cielo. Contra ese muro te besé; tu lengua luminosa me incendiaba, en tu boca, todos los amaneceres; en tu abrazo, la sentencia de mi muerte; tus ojos negros, el sol que despertaba al mundo; y ahora, desde que desapareciste sólo cae lluvia, escurre por mis párpados, el río nace en las calles y expande un horizonte azul.
El universo es la tormenta a punto de caer y yo te encontraré porque aún existo.
En el bar una canción se repite con estruendo (¿o es mi voz repitiendo tu nombre?) El viento azota la puerta de la catedral; adentro sólo oscuridad y el perfil de los santos. En el cementerio cráneos resplandecen como soles. El río se ensancha y desde hoy lleva tu nombre. En el puente, un manto de luces cubre las estatuas; son arañas que la lluvia ilumina. En el mirador la noche es un animal y su rugido es trueno que alumbra sombras.
El trueno es tu ausencia en mis entrañas; te encontraré aunque el mundo sea la tormenta.
Tu abrigo está sobre la banca y aún tiene tu olor; estás cerca. Aunque no esté hecha a mi medida, te siento. Yo huelo a ti. En las azoteas, agua se desborda, cae en el piso, revienta contra la fuente de Lobos, que ahora es un estanque vertiginoso y encuentro tu mochila que flota como un ahogado. Dentro, una carta con tu letra que se escurre, lo único que distingo es mi nombre.
Relámpagos abren el cielo y su profundidad es un abismo. Las calles me llevan al muro donde nos besamos. Aquí te esperaré. Escucho el latido del cielo en cada gota que cae. Mi esperanza está en el muro, en ese reloj que impide tu muerte, si no te abrazo en esta realidad, confío en Orloj. Sus manecillas que alumbran los astros, me indican el lugar en el universo donde te encontraré.
* Fernando Yacamán, escritor y docente. Licenciado en letras hispánicas. Diplomado en creación literaria por la Escuela Dinámica de Escritores, así como por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). En 2009 fue ganador del premio Elena Poniatowska por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, y del segundo lugar en el premio Punto de Partida por la UNAM, en 2021 fue ganador del Certamen Nacional de Juego Florales de los Centenarios de Ramón López Velarde. Fue becario del FONCA (2019-2020) en la categoría de cuento. Colaboró en la dramaturgia de la obra “Náa Gunaá” (Desiertos Ombligos) y escribió la puesta en escena “Destrozando el Tiempo”. Ha publicado los libros de narrativa: Ya quiero despertar (2014), La pócima del diablo (2015), El cuerpo de la noche (2017), La virgen del sado (2022) y Todos mis padres, que mereció el I Premio Siníndice de Novela de España, y fue publicada en ese país en 2019.