Serie I
Mar Ruiz*
I
El canto de los pájaros develó la noche
en el pueblo ya no se escuchó la voz de mi madre.
Entre las vías secas
envejeció su respiración,
viajera desde el nacimiento
decidió caminar con la niebla bajo sus pies.
Dejó raíces en el musgo de la casa
se llevó la sed del pájaro y su canto,
esa sed de semilla que deshila flores blancas.
Se alejó vestida de ave
cantó palabras arrancadas del vientre,
tejió las alas del colibrí
para no olvidar la palabra.
Ahora su infinita vejez
se encarna en el lenguaje de la tierra,
dibuja símbolos en el rumor del viento,
aún la escucho en la lluvia tardía de noviembre.
en el pueblo ya no se escuchó la voz de mi madre.
Entre las vías secas
envejeció su respiración,
viajera desde el nacimiento
decidió caminar con la niebla bajo sus pies.
Dejó raíces en el musgo de la casa
se llevó la sed del pájaro y su canto,
esa sed de semilla que deshila flores blancas.
Se alejó vestida de ave
cantó palabras arrancadas del vientre,
tejió las alas del colibrí
para no olvidar la palabra.
Ahora su infinita vejez
se encarna en el lenguaje de la tierra,
dibuja símbolos en el rumor del viento,
aún la escucho en la lluvia tardía de noviembre.
II
Ella nació del ombligo del árbol sagrado
donde se amamantan las almas de los recién nacidos
germinó en el barro de la ancestra.
Su madre cantaba al ritmo del telar,
era lluvia lenta en la tierra,
acariciaba su vientre con ungüentos de selva
y en el humo de la noche narró historias.
Miró pasar las nueve lunas mientras tejía
historias del cosmos con semillas de café.
Llegó el instante de los dolores,
entre la flor de sus labios
emergió el llanto,
era ella con ungüento de vida y muerte.
donde se amamantan las almas de los recién nacidos
germinó en el barro de la ancestra.
Su madre cantaba al ritmo del telar,
era lluvia lenta en la tierra,
acariciaba su vientre con ungüentos de selva
y en el humo de la noche narró historias.
Miró pasar las nueve lunas mientras tejía
historias del cosmos con semillas de café.
Llegó el instante de los dolores,
entre la flor de sus labios
emergió el llanto,
era ella con ungüento de vida y muerte.
III
Se oscurece la voz de los niños
se diluye en la violenta
palabra de los hechos,
salir a la vida
es morir a cuentagotas.
Los ojos inocentes
ven la certidumbre del tiempo,
niños ancianos,
que creen mentiras
fermentadas de tristeza.
Viven cubiertos de pecado ajenos
caminan entre espinas de la experiencia
pasan por la humedad de lagrimales llenos
de imágenes distorsionadas,
conocen la libertad de la jaula
como pájaros atados a la tierra,
avanzan en la inercia
entienden el golpe frío de la soledad y
la lágrima como la plegaria antes de dormir.
Desnudos en la inocencia
la vida es una canción de cuna disonante
que desgasta los días
y da la última bofetada
en el silencio de la tierra húmeda
donde descansaran sus huesos.
se diluye en la violenta
palabra de los hechos,
salir a la vida
es morir a cuentagotas.
Los ojos inocentes
ven la certidumbre del tiempo,
niños ancianos,
que creen mentiras
fermentadas de tristeza.
Viven cubiertos de pecado ajenos
caminan entre espinas de la experiencia
pasan por la humedad de lagrimales llenos
de imágenes distorsionadas,
conocen la libertad de la jaula
como pájaros atados a la tierra,
avanzan en la inercia
entienden el golpe frío de la soledad y
la lágrima como la plegaria antes de dormir.
Desnudos en la inocencia
la vida es una canción de cuna disonante
que desgasta los días
y da la última bofetada
en el silencio de la tierra húmeda
donde descansaran sus huesos.
IV
Sembré a mis muertos
sus huesos fueron piel
hace unos años,
mi aliento fue la voz
de una verdad rota.
Canté canciones agrietadas y regresé al surco
como cada tarde.
Sembré a mis muertos
las lágrimas me recordaban
cuando éramos nosotros.
El tiempo crujió bajo mis pies
ahora no sé quién me sembrara.
sus huesos fueron piel
hace unos años,
mi aliento fue la voz
de una verdad rota.
Canté canciones agrietadas y regresé al surco
como cada tarde.
Sembré a mis muertos
las lágrimas me recordaban
cuando éramos nosotros.
El tiempo crujió bajo mis pies
ahora no sé quién me sembrara.
Radica en la Ciudad de México. Estudió la licenciatura y maestría en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); estudió en la Escuela de Escritores del Estado de México (SOGEM Estado de México). Es Diplomada en Historia de las Religiones por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Ha participado en Encuentros poéticos nacionales e internacionales y ha sido incluida en diversas antologías poéticas. Publicó los libros: La danza oscura de los días y Mar profunda. https://memoriabrujademar.blogspot.com/