Tiempo eterno
Roberto Arizmendi
Era la hora del alfil
en el instante
una forma de oración
para invocar el tiempo del estío
y una mano cerrando la palabra.
El cielo tenía
un supuesto color incierto
de osadía
el gozo era del hombre
o del dios que él inventó
para saciar su sed
de pájaro volante.
La libertad surgió
de una mirada
de un tiempo que se pierde
en el ensueño.
Se aprende la vida con la vida
y se construye la historia
caminando.
El fuego nos enciende,
es calor ancestral,
tiene la forma del deseo.
Alabo a ese dios
creado en el ensueño
en el éxtasis mismo del anhelo
para testificar,
hacer del tiempo, siempre,
el tálamo sagrado
donde el gozo
es la esencia de la vida
y la vida suprema
la memoria,
porque la vida queda grabada
en el recuerdo ilimitado
donde cabe el camino, la historia
el tiempo eterno…
en el instante
una forma de oración
para invocar el tiempo del estío
y una mano cerrando la palabra.
El cielo tenía
un supuesto color incierto
de osadía
el gozo era del hombre
o del dios que él inventó
para saciar su sed
de pájaro volante.
La libertad surgió
de una mirada
de un tiempo que se pierde
en el ensueño.
Se aprende la vida con la vida
y se construye la historia
caminando.
El fuego nos enciende,
es calor ancestral,
tiene la forma del deseo.
Alabo a ese dios
creado en el ensueño
en el éxtasis mismo del anhelo
para testificar,
hacer del tiempo, siempre,
el tálamo sagrado
donde el gozo
es la esencia de la vida
y la vida suprema
la memoria,
porque la vida queda grabada
en el recuerdo ilimitado
donde cabe el camino, la historia
el tiempo eterno…