Xhevdet Bajraj
Rosina Conde
Para el gran poeta kosovachi
Si el poema fuera mío,
como decías,
le quitaría la guerra;
le quitaría el sufrimiento de tu cuerpo,
la angustia del terror, la cárcel y la persecución;
quitaría todo aquello que te hiciera atravesar el mundo para huir del exterminio
y de la imagen de tu perro acribillado ante tus ojos.
Pero la memoria persiste en tus poemas.
¿De qué tamaño puede ser el dolor?,
te preguntabas,
¿hasta dónde llegará la crueldad humana por la ambición del poder desmedido?
Si el poema fuera mío,
le quitaría la herida que dejara la tortura,
los ruidos de las metrallas,
las explosiones frente a tu puerta,
el olor a sangre y muerte.
Si el poema fuera mío,
le dejaría la vida, el sol,
el amor de tu familia y tus amigos;
dispersaría las cenizas de la flor de una casa a la que no regresarías;
tiraría la bolsa que conservaba tus miedos
borraría la niña del ojo que te vigilaba a través de la mira telescópica…
despertaría a tus muertos,
a la joven que alimentaba a los pájaros,
al dueño de esa boca que germinaba la hierba en el campo de batalla;
apagaría el grito de las balas
y llenaría tu silencio con canciones de vida y de labranza.
Si el poema fuera mío,
descubriría el velo de tu vista para darte vida;
pero la vida, ¡ay!, la vida se ha escapado de tus manos.
Si el poema fuera mío, Xhevdet,
recuperaría el amor que le inyectó tu pluma.
Pero el poema…
el poema no es mío.
¡Adiós, amigo!
como decías,
le quitaría la guerra;
le quitaría el sufrimiento de tu cuerpo,
la angustia del terror, la cárcel y la persecución;
quitaría todo aquello que te hiciera atravesar el mundo para huir del exterminio
y de la imagen de tu perro acribillado ante tus ojos.
Pero la memoria persiste en tus poemas.
¿De qué tamaño puede ser el dolor?,
te preguntabas,
¿hasta dónde llegará la crueldad humana por la ambición del poder desmedido?
Si el poema fuera mío,
le quitaría la herida que dejara la tortura,
los ruidos de las metrallas,
las explosiones frente a tu puerta,
el olor a sangre y muerte.
Si el poema fuera mío,
le dejaría la vida, el sol,
el amor de tu familia y tus amigos;
dispersaría las cenizas de la flor de una casa a la que no regresarías;
tiraría la bolsa que conservaba tus miedos
borraría la niña del ojo que te vigilaba a través de la mira telescópica…
despertaría a tus muertos,
a la joven que alimentaba a los pájaros,
al dueño de esa boca que germinaba la hierba en el campo de batalla;
apagaría el grito de las balas
y llenaría tu silencio con canciones de vida y de labranza.
Si el poema fuera mío,
descubriría el velo de tu vista para darte vida;
pero la vida, ¡ay!, la vida se ha escapado de tus manos.
Si el poema fuera mío, Xhevdet,
recuperaría el amor que le inyectó tu pluma.
Pero el poema…
el poema no es mío.
¡Adiós, amigo!