Estado naciente
Valentín Arcadio
La enfermedad trepa, trepa, se mueve. En la enfermedad se reza, se pide. Se habla con la nada.
Kilos sobre la espalda y sombras sobre los sueños. Enfermaste ciudad. Enfermaste en el camino entre sombras y lunas nuevas. El susto creció en una avalancha de miradas. Varada en tu casa, en tu cama, varada en tu propio cuerpo. Te negaron tus recuerdos. Te vendieron la belleza. Nos llamaron los feos, los más feos. Chasquea los dedos. Que se despierte tu perro, dile que le cuente un cuento al enemigo. Que las sombras que te atormentan le salgan rostros. Que te miren. Diles que ya no te asusta el silencio. Que se vayan o mejor que platiquen. Que la ausencia de su carne no se vuelva una cárcel. Que tu voz sea la llave, el consuelo para su noche. Convídales de tu sueño cómo se convida una bola de nieve. Diles que tú no vas a estar ahí por siempre. Que mejor busquen su rostro en los panteones, en los árboles. Que volteen hacia el cielo; a ver si de pura misericordia les cae un recuerdo, que se pongan sus rostros aunque sea ya muertos. Diles que todavía no quieres ser sombra, que prefieres ser vivo aún con su reflejo en el espejo. Qué prefieres este rostro; el más triste, el más desolado. Cómo decirlo; El más lleno de sombras. |