Pérdidas
(poema en prosa)
David Huerta
El reino fue perdiéndose a lo largo de los años. Primero llegaron los bárbaros, que no tenían ninguna solución ni trajeron fiesta alguna; únicamente un nuevo estilo de aburrirse y angustiarse y de maltratar a los demás. Luego las crisis económicas, inmensamente aburridas y angustiosas. Más tarde, los desastres naturales. Las convulsiones sociales, los errores de los gobernantes, la esterilidad de los pensadores, el capricho de los artistas, la indolencia de los profesores, la violencia creciente de los criminales, la insaciabilidad ciega de los comerciantes: todo contribuyó a la pérdida, esmaltada en todo momento por la angustia, por el aburrimiento. Ahora vivimos en una república y todo mundo habla de democracia. Algunos sospechan que el ciclo ha recomenzado con un nuevo disfraz. El problema está en la solución, afirman: estilos de angustiarse, estilos de aburrirse. Yo nada puedo contribuir a esos debates apasionantes. Vivo encerrado leyendo poemas. Tengo mis propias pérdidas: mis repúblicas íntimas en trance de destrucción, los reinos a los que veo disolverse como terrones de azúcar en el agua de mi soledad.