Vida de cinco estrellas, monstruos garantizados
Mar Madariaga
Al tomar la folletería reunida en el poemario Guía de Turismo de Pablo Alejo Carrasco, de inmediato debería uno sentirse más tranquilo ante la incertidumbre del viaje de la vida. Es una edición pequeña y ligera, hecha con la clara intención de caber en el bolsillo. Los folletos explican cómo vivir sin riesgos ni revolturas una vida sin las vulgares derrotas cotidianas, donde los interiores de las otras personas están señalizados; una vida adulta jamás improvisada, de shopping, crédito y buen gusto, en resumen: una vida de cinco estrellas.
Si uno pone atención advertirá que más abajo, en las letras pequeñas, se menciona que el poemario incluye un “anexo”: Los monstruos de la noche. Pero en ese momento, todo el que, armado con su Guía de Turismo, se haya hecho a la idea de emprender el ventajoso viaje, desdeñará la advertencia y firmará cuanto le pongan delante.
A simple vista todo está contemplado en el “contrato inicial”:
Si uno pone atención advertirá que más abajo, en las letras pequeñas, se menciona que el poemario incluye un “anexo”: Los monstruos de la noche. Pero en ese momento, todo el que, armado con su Guía de Turismo, se haya hecho a la idea de emprender el ventajoso viaje, desdeñará la advertencia y firmará cuanto le pongan delante.
A simple vista todo está contemplado en el “contrato inicial”:
"este frágil paquete cuenta con todas las/ comodidades casa con voces de niños automóvil/ que facilite todos los traslados incluso con/voces de niños anclada pareja robusta y rociada/ de afectos salario supermercado y tarjeta de/ crédito/ plena satisfacción y bajo costo las máximas/ comodidades...".
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Los poemas son pequeños fragmentos de la vida convencional burguesa, superficial y americanizada. Los acuerdos y sobreentendidos se despliegan sobre la base de la doble moral, las apariencias y el egoísmo.
Sin embargo, la máquina aceitada y puesta a tiempo con las mejores sociedades del mejor primer mundo, comienza de inmediato a mostrarse rebelde a la simplicidad; los afectos y los defectos resultan ser mecanismos complejos, incómodos e imprevisibles. Las voces interiores sufren, sin entender, la falta de sentido, la soledad y la necesidad de vincularse.
Una pareja en el museo deja de ser una bonita estampa cultural, que se sabe mirada y admirada mientras ojea los cuadros como quien compra toallas. De repente, en un cuadro de Goya los asalta sin aviso lo terrible, los miedos, las emociones sin control, desde luego: se indignan. Pero no hay engaño, los folletos no dejan de advertir que en este viaje hay animales sueltos.
Sin embargo, la máquina aceitada y puesta a tiempo con las mejores sociedades del mejor primer mundo, comienza de inmediato a mostrarse rebelde a la simplicidad; los afectos y los defectos resultan ser mecanismos complejos, incómodos e imprevisibles. Las voces interiores sufren, sin entender, la falta de sentido, la soledad y la necesidad de vincularse.
Una pareja en el museo deja de ser una bonita estampa cultural, que se sabe mirada y admirada mientras ojea los cuadros como quien compra toallas. De repente, en un cuadro de Goya los asalta sin aviso lo terrible, los miedos, las emociones sin control, desde luego: se indignan. Pero no hay engaño, los folletos no dejan de advertir que en este viaje hay animales sueltos.
"prohibido el desvío siga la senda de señales los/animales pueden devorarlos si los alimentan…".
"respete la ruta prefijada (sin augurios) la senda/convenida y justa/no circule de noche…".
"respete la ruta prefijada (sin augurios) la senda/convenida y justa/no circule de noche…".
Abrí con ilusión este “frágil paquete” y me cuesta creer mi inocentada, desde la página uno se me dijo que cualquier riesgo corría por mi cuenta, que no hay garantías, las adecuaciones se harían sobre la marcha y se sumarían las erratas.
"donde dice amor/eterno para siempre por siempre hasta el fin/ de los siglos error/debe leerse/todo fin es inmediato y los siglos me importan un cuerno…".
La Guía ofrece frecuentes asideros a los que puede uno rezar con fervor en espera de que, bajo su influjo, desaparezca durante un rato el vértigo.
"propiedad privada/no me dejes sola/ traba las puertas y echa cerrojo a la noche que me/acuesto herida de monstruos…".
Porque la vida, tal como la venden, tiene fugas. Hay incomodidades manejables que bien pueden canjearse por apariencias, posesiones o poses; el sexo es un escape controlado, un amuleto contra la vejez y la muerte. Pero hay amenazas inminentes fuera de lo previsto: como la amenaza de reconocerse profundamente infelices
"el tú y el yo perdidos en la espesura…
y ni un nosotros…".
y ni un nosotros…".
Con inquietud leemos estos poemas con sus adentros y sus afueras, con sus máscaras frívolas y su enorme tristeza, su soledad invisible a las fotos. Su división en versos que a veces nos recuerdan un soneto y otras un memorándum. Todo dicho sin pausa ni cesura visible del tú, del yo…
Los niños (prometidos y prohibidos) están ahí para que los críen las niñeras, lloran quedo en la noche y nadie se les acerca, hay que tener cuidado: pueden devorar a sus padres con sus dientes de leche. En este “orfanato” los padres son tan huérfanos como sus hijos y como lo serán sus nietos. Así es con los niños: es importante no dejarse vencer por sus demandas ni por su peligrosa deformidad en forma de ternura.
Los niños (prometidos y prohibidos) están ahí para que los críen las niñeras, lloran quedo en la noche y nadie se les acerca, hay que tener cuidado: pueden devorar a sus padres con sus dientes de leche. En este “orfanato” los padres son tan huérfanos como sus hijos y como lo serán sus nietos. Así es con los niños: es importante no dejarse vencer por sus demandas ni por su peligrosa deformidad en forma de ternura.
"desande la paternidad practique equitación…".
Tal vez no vamos al jaus por el nene que mordió a la beibi siter que se acuesta con nuestro darlin. Tal vez no somos ni tenemos un darlin en el golf que no va a llegar al berdei, ni esperamos con el celu en la mano al plomero que no evita que la piscina de tristeza se nos quede en los pulmones e inunde nuestra casa de 200 mil metros. Sin embargo, nos eriza la piel que alguien siga adelante con su “maravillosa vida hidráulica”. Hasta que un día la dejen “por una palabra nonata”.
Poco a poco ni la propiedad privada, ni el colegio bilingüe, la beibi siter, el matrimonio (trinomio) monógamo (cuadrado) perfecto, ni la piscina, pueden poner a raya Los monstruos de la noche. La soledad ya no se quita con la autoestima inflada por las marcas de ropa.
Los monstruos de la noche reclaman una vida real, prefiguran y exigen el cambio, muchos cambios, pero ¡ay! gana el miedo y se adivinan los antidepresivos.
En el hipódromo el caballo se desploma y ¡sigue corriendo una vez desplomado!. Algún día, uno aprende a mantener a raya los sentimientos, las dudas, obtiene el respeto general y un ascenso en la escala de adulto que, entre otros logros, ya no da “ni un centavo de más”
Poco a poco ni la propiedad privada, ni el colegio bilingüe, la beibi siter, el matrimonio (trinomio) monógamo (cuadrado) perfecto, ni la piscina, pueden poner a raya Los monstruos de la noche. La soledad ya no se quita con la autoestima inflada por las marcas de ropa.
Los monstruos de la noche reclaman una vida real, prefiguran y exigen el cambio, muchos cambios, pero ¡ay! gana el miedo y se adivinan los antidepresivos.
En el hipódromo el caballo se desploma y ¡sigue corriendo una vez desplomado!. Algún día, uno aprende a mantener a raya los sentimientos, las dudas, obtiene el respeto general y un ascenso en la escala de adulto que, entre otros logros, ya no da “ni un centavo de más”
"a su sola presencia sola/muy sola sí el cosmos redacta telegrama de renuncia/a todo caos las instituciones se reorganizan/a su sola presencia/ sí muy sola…".
Los gusanos de morgue ahuecan por anticipado los cerebros
"el barquero aguarda en la piscina… ".
casi al final, apenas alcanzamos a desear todavía un “tiempo compartido”.
"la corteza cerebral dispara impulsos eléctricos/y chispea la sinapsis mendigando huesos/corpóreos un par de fotos otra silla crujiente…".
"Otra silla crujiente…" Cierro el libro y vuelvo a tener miedo, como cuando tenía 16 años y creía que crecer equivaldría a no saber vivir, a dejar de escucharse, a meterse en un molde de cemento fraguado de rutinas, dinero, obligaciones. En aquel tiempo me prometí ser fiel, no borrarme en la lluvia de la edad, no traicionar ni posponer el gozo, las uniones, la vida. Hoy, pese a que parecía guardar una cómoda distancia (basada en la ironía más placentera) entre el superfluo turista estándar y yo, no lo pude evitar y acabé preguntándome si es verdad que en el viaje siempre he estado dispuesta a escuchar con cuidado a mis monstruos nocturnos, y también… si es que serán un par o setecientos.
Pablo Alejo Carrasco nació en Buenos Aires en 1967, ha dedicado su vida entera a las letras, tanto en la docencia, como en la crítica y la creación. Guía de Turismo y los monstruos de la noche, primero de una serie denominada “Maquinarias, artificios y artilugios” salió en 2015, bajo el sello editorial Trópico Sur en Montevideo.