Divagaciones
José N. Méndez*
I
Puede guardarse un minuto de silencio
y esconderse la pluma triste
en los últimos extremos de la habitación
y desatarse el gris gemido de cigarro
pero no tendría sentido alguno
que le eches una mano al destino
y le hagas el trabajo de joderte,
eso le toca a él,
para eso le has estado abonando tu cuota
de imbéciles invocados
a base bocina y favores para el jefe.
Afuera un ángel salta sobre los charcos,
el propio charco
es lágrima divina
detenida por asfalto;
adentro pesa escribir pensando
el último roce de la piedra,
la caída del hombre,
la hoja sobre la palma de la mano,
el ejido bautizado con la sangre del campesino,
las confesiones,
el concierto del granizo,
su encantador acento,
el beso no dado
y las imágenes hechas ala de colibrí
despedazando la monotonía
a no sé cuántos movimientos por segundo
y al final
es tintineo de estrella
y reflejo sabor a luna
y tú y la persona que aparece
en tu espejo
y la persona que está atrapado en el espejo de ese espejo
y la noche y cada uno de sus estelares bordes
y el vacío de tu cama
lo saben;
mira,
no has hecho nada.
y esconderse la pluma triste
en los últimos extremos de la habitación
y desatarse el gris gemido de cigarro
pero no tendría sentido alguno
que le eches una mano al destino
y le hagas el trabajo de joderte,
eso le toca a él,
para eso le has estado abonando tu cuota
de imbéciles invocados
a base bocina y favores para el jefe.
Afuera un ángel salta sobre los charcos,
el propio charco
es lágrima divina
detenida por asfalto;
adentro pesa escribir pensando
el último roce de la piedra,
la caída del hombre,
la hoja sobre la palma de la mano,
el ejido bautizado con la sangre del campesino,
las confesiones,
el concierto del granizo,
su encantador acento,
el beso no dado
y las imágenes hechas ala de colibrí
despedazando la monotonía
a no sé cuántos movimientos por segundo
y al final
es tintineo de estrella
y reflejo sabor a luna
y tú y la persona que aparece
en tu espejo
y la persona que está atrapado en el espejo de ese espejo
y la noche y cada uno de sus estelares bordes
y el vacío de tu cama
lo saben;
mira,
no has hecho nada.
II
Como se mece
la catarina sobre la gota de rocío,
es tu fuego dactilar
desvanecido
en el descuido de mis barbas,
háblame del tiempo entonces, querida
de tu voz a veces cobijada por el frío,
de la larga faena
en que vimos a los otros degradarse,
ponerse hermano contra hermano,
envenenarse
e ir a regurgitar todo lo que sus palabras
no fueron capaces de sostener.
Pienso tus alas que no crees suficientemente fuertes
y el irremediable encanto de tu risa,
pienso el haber imaginado tu rostro
acumulando albas en mis parpados
pienso que tal cosa no es así;
la sola pronunciación de tu nombre
desemboca una dulce embestida de imágenes,
entonces, escucha el aleteo
y mira tus alas sostener
a dos espíritus…
he aquí
que estuve dándole sorbos
al lago de la ignominia:
todo el tiempo se detienen los rostros
y Narciso se ahoga en su propia saliva
y otra vez fuiste antídoto, querida
y muchos son los que
no entendieron el enigma y claudicaron.
Bienaventurados
los que en medio de sus propias tormentas
secan llantos ajenos.
la catarina sobre la gota de rocío,
es tu fuego dactilar
desvanecido
en el descuido de mis barbas,
háblame del tiempo entonces, querida
de tu voz a veces cobijada por el frío,
de la larga faena
en que vimos a los otros degradarse,
ponerse hermano contra hermano,
envenenarse
e ir a regurgitar todo lo que sus palabras
no fueron capaces de sostener.
Pienso tus alas que no crees suficientemente fuertes
y el irremediable encanto de tu risa,
pienso el haber imaginado tu rostro
acumulando albas en mis parpados
pienso que tal cosa no es así;
la sola pronunciación de tu nombre
desemboca una dulce embestida de imágenes,
entonces, escucha el aleteo
y mira tus alas sostener
a dos espíritus…
he aquí
que estuve dándole sorbos
al lago de la ignominia:
todo el tiempo se detienen los rostros
y Narciso se ahoga en su propia saliva
y otra vez fuiste antídoto, querida
y muchos son los que
no entendieron el enigma y claudicaron.
Bienaventurados
los que en medio de sus propias tormentas
secan llantos ajenos.
*Egresado de los talleres de crónica Historia oral y memoria colectiva y de creación literaria El lenguaje de la posibilidad.
Algunos de sus trabajos han sido publicados en medios digitales e impresos de México, Argentina, España y Perú, contando hasta el momento con participación en 14 antologías internacionales en los géneros de poesía y microrrelato.
Ha escrito los poemarios Los cuatro abrazos para sobrevivir (Ediciones Canapé, 2013), Temporada de sequía (2014), Marítimas brevedades (Editorial Arribos, 2015) y Doble filo (Dipsomanía Poética, 2017).
Algunos de sus trabajos han sido publicados en medios digitales e impresos de México, Argentina, España y Perú, contando hasta el momento con participación en 14 antologías internacionales en los géneros de poesía y microrrelato.
Ha escrito los poemarios Los cuatro abrazos para sobrevivir (Ediciones Canapé, 2013), Temporada de sequía (2014), Marítimas brevedades (Editorial Arribos, 2015) y Doble filo (Dipsomanía Poética, 2017).