Dos poemas de kinstugi
Alfredo Lozano
I.
Nuestros cuerpos decidieron buscarse:
en un principio fue arritmia, después costumbre,
después lo llamamos burdamente amor, ahora es sendero.
No nos conocemos ni a nosotros mismos pero podemos dibujar besos en
nuestras espaldas.
No es lo más importante conocernos. Somos amorfos, disloques.
Te abracé antes de dormir y me sentí protegido.
en un principio fue arritmia, después costumbre,
después lo llamamos burdamente amor, ahora es sendero.
No nos conocemos ni a nosotros mismos pero podemos dibujar besos en
nuestras espaldas.
No es lo más importante conocernos. Somos amorfos, disloques.
Te abracé antes de dormir y me sentí protegido.
II.
Yo fui la bicicleta disfrazada de toro,
y fui trescientos sesenta y cinco pedaleadas en un año,
y fueron mis piernas dos gacelas,
y mi lengua salió de mi boca y tuvo sed.
Yo fui la niña
que recibió
su primera comunión en Chalma
con una máscara de parca,
y fui los monos y las palomas en Ámber.
Fui el maestro geómetra,
el talavero,
el horno que arrulló el pan.
Yo me llamé Pablo García,
pero también me llamé Clara,
y Francesco,
y Raifed,
y Menelik.
Yo fui el Salar de Uyuni,
fui Australia con viento en contra,
fui Argentina que me acompañó en cada centímetro.
También fui la mirada de una niña somalí,
la comida que me ofrecían los pueblos indígenas y las tribus deshabitadas.
Yo fui el camello que transportó mi bicicleta en un día soleado,
y fui yo quien le hice el amor a una cubana.
y fui trescientos sesenta y cinco pedaleadas en un año,
y fueron mis piernas dos gacelas,
y mi lengua salió de mi boca y tuvo sed.
Yo fui la niña
que recibió
su primera comunión en Chalma
con una máscara de parca,
y fui los monos y las palomas en Ámber.
Fui el maestro geómetra,
el talavero,
el horno que arrulló el pan.
Yo me llamé Pablo García,
pero también me llamé Clara,
y Francesco,
y Raifed,
y Menelik.
Yo fui el Salar de Uyuni,
fui Australia con viento en contra,
fui Argentina que me acompañó en cada centímetro.
También fui la mirada de una niña somalí,
la comida que me ofrecían los pueblos indígenas y las tribus deshabitadas.
Yo fui el camello que transportó mi bicicleta en un día soleado,
y fui yo quien le hice el amor a una cubana.
*Alfredo Lozano (Guadalajara, 1987). Premio de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2018. Con corazón de garambullo, morirá chapeado, coloradito como el mole. En sus adentros vive un colibrí. FB: https://www.facebook.com/alfredotzintzuni/