El inicio del arcoíris
José Rodrigo*
Una vida he pasado buscando el inicio del arcoíris.
Allí busco, donde los árboles nacen y se yerguen como esfinges
de entre la sequedad de la tierra.
Buscando voy entre las ramas, entre las sombras que proyectan las hojas unas a otras
cuando se anteponen por el leve soplido del aire.
Busco en el agua naciente de los hontanares,
cuando su espesura produce los sonidos más delicados, casi silenciosos, de la belleza.
Busco, todavía, mientras sospecho que debe ser en el filo de los pastizales amarillentos
o en la infinitud de un fondo de pozo perdido,
desdibujado de todos los lugares,
como si fuera ningún lugar oculto por la maleza exagerada.
Aún busco, donde el viento peina dulcemente a las olas mientras los peces aparecen
y vuelven a desaparecer en pestañeos.
O en la arena, en sus silencios matinales,
interrumpidos por el movimiento en bloque que llevan las gaviotas.
Cruzo la frialdad que del aliento en los bosques nace
y hasta he recorrido los ríos turbios que atraviesan las grietas del patio abandonado.
Alzo una a una todas las piedras. Siempre buscando.
En las ondulaciones del charco que producen un lento desplazamiento de los reflejos
cuando los pasos caminan.
En las fuentes que chispean al interior de los jardines cada tarde soñolienta.
Allá, en los pétalos bañados de brisa acaramelada, donde se asienta una mariposa
con alas terciopelo.
Busco aún y todavía en la fugacidad de mis sueños.
En los instantes de calma frente al horizonte uniforme donde fluctúan el todo y la nada
universales.
En la imaginación que tiñe al mundo. Busco
hasta en los ojos que,
con su color indescifrable que la palabra verde no alcanza a decir con suficiencia, miran.
Una vida llevo buscando el lugar inexistente: buscando la vida.
Busco, aún y todavía, y me pregunto
de dónde emana aquella curvatura coloreada que ciñe, gradual y lejana, la lluvia soleada,
al tiempo que acaricia las nubes y las nubes la acarician a ella,
como profundamente enamoradas...
Allí busco, donde los árboles nacen y se yerguen como esfinges
de entre la sequedad de la tierra.
Buscando voy entre las ramas, entre las sombras que proyectan las hojas unas a otras
cuando se anteponen por el leve soplido del aire.
Busco en el agua naciente de los hontanares,
cuando su espesura produce los sonidos más delicados, casi silenciosos, de la belleza.
Busco, todavía, mientras sospecho que debe ser en el filo de los pastizales amarillentos
o en la infinitud de un fondo de pozo perdido,
desdibujado de todos los lugares,
como si fuera ningún lugar oculto por la maleza exagerada.
Aún busco, donde el viento peina dulcemente a las olas mientras los peces aparecen
y vuelven a desaparecer en pestañeos.
O en la arena, en sus silencios matinales,
interrumpidos por el movimiento en bloque que llevan las gaviotas.
Cruzo la frialdad que del aliento en los bosques nace
y hasta he recorrido los ríos turbios que atraviesan las grietas del patio abandonado.
Alzo una a una todas las piedras. Siempre buscando.
En las ondulaciones del charco que producen un lento desplazamiento de los reflejos
cuando los pasos caminan.
En las fuentes que chispean al interior de los jardines cada tarde soñolienta.
Allá, en los pétalos bañados de brisa acaramelada, donde se asienta una mariposa
con alas terciopelo.
Busco aún y todavía en la fugacidad de mis sueños.
En los instantes de calma frente al horizonte uniforme donde fluctúan el todo y la nada
universales.
En la imaginación que tiñe al mundo. Busco
hasta en los ojos que,
con su color indescifrable que la palabra verde no alcanza a decir con suficiencia, miran.
Una vida llevo buscando el lugar inexistente: buscando la vida.
Busco, aún y todavía, y me pregunto
de dónde emana aquella curvatura coloreada que ciñe, gradual y lejana, la lluvia soleada,
al tiempo que acaricia las nubes y las nubes la acarician a ella,
como profundamente enamoradas...
*Próximo a concluir la licenciatura en Filosofía e Historia de las Ideas en la UACM y la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM, José Rodrigo ha colaborado en diversas revistas culturales y ha participado en diversos eventos dedicados a la poesía. Un amante infatigable de las palabras, de la sintaxis, de los adverbios de tiempo y de los enclíticos. Un escritor sólo cuando escribe y sólo porque lo hace