En el Agua
Rubén García*
Los muertos flotaban en el mar. Desde la costa, la luna iluminaba sus cuerpos que se dirigían a la orilla, lentamente eran escupidos por el océano. Miles se acumulaban en la arena. Los lugareños, extrañados comenzaron a echarlos a la lumbre, ninguno de esos cuerpos les resultaba familiar. A lo largo de la orilla comenzaron a aparecer luces de otras fogatas. A los días el humo y el olor eran insoportables, pero los cadáveres no dejaban de aparecer. Estaban en buen estado. German, un pescador del pueblo donde se vio el fenómeno por primera vez, encontró una carta en uno de los cuerpos, no comprendió el idioma del escrito, pero si los números 1833. Esto hizo cobrar sentido las extrañas ropas que llevaban los devueltos por el mar.
De tanto cargar cuerpos y por la contaminación que generaba el fuego los habitantes del pueblo comenzaban a desfallecer, no había llovido por meses. El cielo era color rojizo. Los pueblerinos comenzaban a mezclarse entre los traídos por el océano. Catalina, una anciana que vendía dulces decía que parecía que la madre naturaleza estaba limpiándose.
El fuego duró años encendido. Hasta que un día llovió por días sobre un pueblo vacío.
De tanto cargar cuerpos y por la contaminación que generaba el fuego los habitantes del pueblo comenzaban a desfallecer, no había llovido por meses. El cielo era color rojizo. Los pueblerinos comenzaban a mezclarse entre los traídos por el océano. Catalina, una anciana que vendía dulces decía que parecía que la madre naturaleza estaba limpiándose.
El fuego duró años encendido. Hasta que un día llovió por días sobre un pueblo vacío.
Escritor y docente, a la par de sus actividades académicas escribe un blog que unos fantasmas le dictan.
http://rubengarciaautor.home.blog
https://twitter.com/rgarciaautor
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