Fábulas (y no tan fábulas) sobrevolando la meseta
Escudo Petirrojo*
Extinción de la diversidad animal
Debajo de las raíces bien nutridas de un sauce menos llorón que otras clases de árboles, una hormiga obrera saborea el júbilo de no pertenecer a ningún sindicato. Enviciada por las cantidades de alimento, provisiones o utensilios recolectados del paisaje natural donde tiene su domicilio, gira las antenas para bendecir su fortuna.
Sus excelsas investigaciones de campo y sus aptitudes le permitieron acceder a privilegios. Pronto estableció pagos justos a cambio de brindar ayuda a quien la pidiera.
Prometiendo no alimentarse de su cadáver cuando muera, al león le embargó dos camadas de antílopes. La consecuencia resultó fascinante. Es fecha que la hormiga no puede argumentar frente a nadie sin soltar zarpazos por doquier. El otro día dejó paralítico al oso hormiguero.
La quincena pasada los dragones de komodo, ofendidos, ansiaban presentar quejas a la Asociación de Escritores Norteamericanos. Consideraban que su imagen estaba siendo malinterpretada en cuentos de hadas o batallas medievales. Acordaron entregarle una colección de minerales a la hormiga si ella saldaba sus necesidades de redacción. Otro milagro. Desde aquella transacción las escamas se le multiplican por el dorso, acecha el cuello de los venados y saliva veneno en los certámenes hormigueros.
Alcanzó la gloria después de negociar con el pangolín, a quien le demandó el costo de unas hierbas curativas para aminorar la artritis. A partir de dicho acuerdo la hormiga es aclamada en el continente asiático los lunes y beatificada a fin de mes.
La ventaja era que, con cada sueldo recibido por sus servicios, con las donaciones, herencias, cobros extrajudiciales, remates, almonedas y subastas ganadas, ahora tiene en sí misma características de los antiguos dueños de esas ganancias. Tener atributos diferentes a los suyos le produjo lesiones de arrogancia severa.
Continuó cerrando tratos y sumando a su ser rasgos de muchas especies. Debido a esta cadena de infames operaciones, la Secretaría de Educación Pública ya no contempla la zoología ni la taxonomía en los planes de estudio. Las personas solo tienen que hurgar en la tierra para ver a la fauna entera en la hormiga obrera. Nadie recuerda que en alguna época hubo diversidad de animales.
Sus excelsas investigaciones de campo y sus aptitudes le permitieron acceder a privilegios. Pronto estableció pagos justos a cambio de brindar ayuda a quien la pidiera.
Prometiendo no alimentarse de su cadáver cuando muera, al león le embargó dos camadas de antílopes. La consecuencia resultó fascinante. Es fecha que la hormiga no puede argumentar frente a nadie sin soltar zarpazos por doquier. El otro día dejó paralítico al oso hormiguero.
La quincena pasada los dragones de komodo, ofendidos, ansiaban presentar quejas a la Asociación de Escritores Norteamericanos. Consideraban que su imagen estaba siendo malinterpretada en cuentos de hadas o batallas medievales. Acordaron entregarle una colección de minerales a la hormiga si ella saldaba sus necesidades de redacción. Otro milagro. Desde aquella transacción las escamas se le multiplican por el dorso, acecha el cuello de los venados y saliva veneno en los certámenes hormigueros.
Alcanzó la gloria después de negociar con el pangolín, a quien le demandó el costo de unas hierbas curativas para aminorar la artritis. A partir de dicho acuerdo la hormiga es aclamada en el continente asiático los lunes y beatificada a fin de mes.
La ventaja era que, con cada sueldo recibido por sus servicios, con las donaciones, herencias, cobros extrajudiciales, remates, almonedas y subastas ganadas, ahora tiene en sí misma características de los antiguos dueños de esas ganancias. Tener atributos diferentes a los suyos le produjo lesiones de arrogancia severa.
Continuó cerrando tratos y sumando a su ser rasgos de muchas especies. Debido a esta cadena de infames operaciones, la Secretaría de Educación Pública ya no contempla la zoología ni la taxonomía en los planes de estudio. Las personas solo tienen que hurgar en la tierra para ver a la fauna entera en la hormiga obrera. Nadie recuerda que en alguna época hubo diversidad de animales.
Angustia del caudillismo
Parados junto a un escritorio donde se almacenan borradores, múltiples borradores de discursos de guerra y ofrendas de una paz caricaturesca, Mariano Abasolo e Ignacio López Rayón instigan con firmeza a María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador.
Le ruegan preocuparse por los motivos que dan pauta, en el futuro, a ser honrado en la geografía de ciudades cada vez más desleales a la estampa del México rural. A estos señores caudillos los atolondra el deseo de que sus nombres sean empleados para bautizar zócalos, posiblemente avenidas principales o museos. No empuñarían bien sus armas en el sollozo de la independencia si, años después, Mariano Abasolo o Ignacio López Rayón fuera el título de un callejoncillo libre de luces o de una escuela de leguleyos que ajustician viéndose al espejo.
Dichas pavadas no inmutan a la dama. Son otras cuestiones las que le quitan la mesura del cuerpo. Leona Vicario vive en desconcierto temiendo que su desempeño insurgente no alcance para ser apodada, en 1842, como Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria. Si no es implacable con su repertorio de balas, difícilmente alguien la proclamará Benemérita y, peor aún, nadie creerá que sí era Dulcísima.
Le ruegan preocuparse por los motivos que dan pauta, en el futuro, a ser honrado en la geografía de ciudades cada vez más desleales a la estampa del México rural. A estos señores caudillos los atolondra el deseo de que sus nombres sean empleados para bautizar zócalos, posiblemente avenidas principales o museos. No empuñarían bien sus armas en el sollozo de la independencia si, años después, Mariano Abasolo o Ignacio López Rayón fuera el título de un callejoncillo libre de luces o de una escuela de leguleyos que ajustician viéndose al espejo.
Dichas pavadas no inmutan a la dama. Son otras cuestiones las que le quitan la mesura del cuerpo. Leona Vicario vive en desconcierto temiendo que su desempeño insurgente no alcance para ser apodada, en 1842, como Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria. Si no es implacable con su repertorio de balas, difícilmente alguien la proclamará Benemérita y, peor aún, nadie creerá que sí era Dulcísima.
Controversia detrás de los muebles
Mudanza tras mudanza las sillas, las alacenas, el armario, las camas, los taburetes, las cabeceras y la luna de cosméticos importada desde el país vasco, se atrincheran a la hora de elegir quién debe ser fletado primero. Ninguno reflexiona siquiera la voluntad de otros muebles no tan muebles como ellos porque el espíritu del hogar, a consciencia, se mide por ese factor nada más. Ninguno de ellos se preocupa por la escoba que, arrepentida de los propósitos bajo los cuales ha sido adquirida, está encorvada en el cobertizo porque quizás la nueva casa nunca se ensucie y, consecuentemente, nadie allá la necesite para barrer los pies de los muebles que sí son muebles.
*Soy egresado de la carrera en Derecho, pero me alejé de su ejercicio profesional. Tengo las ojeras más famosas de la colonia Obrera, conocimiento inquietante sobre el multiverso de las telenovelas mexicanas y una adicción severa al agua de horchata acompañada de las tortas de chilaquiles con pechuga empanizada. Comencé mi colección de películas con “Amarte duele” y soy casi invencible en Mario Kart 64.