La crecida del lago
Juan Andrés Capalbo*
El lago es el principal atractivo de mi pueblo. Sus aguas están rodeadas de un espacio verde y arbolado que convierten a este lugar en una de las opciones favoritas para pasar el día con amigos o familia.
Aunque también cobró notoriedad por un motivo que no es tan bello. Hace unas décadas, el lago creció y sepultó algunas casas que estaban a pocos metros del agua, sobre unas tierras bajas. La crecida fue permanente, por lo que el lago no volvió a su superficie anterior. Esa zona se delimitó con boyas, primero para realizar algunas tareas para saber si realmente el lago no se retraería y también para llevar a cabo la búsqueda de los cuerpos, ya que en algunos casos no salieron a la superficie.
Con el tiempo, la búsqueda se abandonó y se fue retomando la actividad habitual en torno al lago, aunque las boyas se mantuvieron, como una manera de guardar la memoria de las personas que habitaban esa zona.
Esto es algo que ocurrió años antes de mi nacimiento, por lo que nunca me afectó demasiado a la hora de entrar al agua. Hasta ahora.
Resulta que el pasado fin de semana fui con mis primos a pasar el día. Todos habíamos crecido cerca de esas aguas y conforme fueron pasando los años, comenzamos a practicar deportes acuáticos y juegos. Ese día fuimos a repetir un desafío que hacíamos cuando éramos adolescentes: se trataba de meternos al agua sujetando una pesa y ver quien llegaba más abajo. Pero esta vez lo haríamos en la zona marcada ya que queríamos ver si llegábamos a ver lo que quedara de las casas. De a uno fuimos haciéndolo, hasta que fue mi turno. Yo era el único que había practicado natación, por lo que había entrenado mi respiración y podía aguantar más. Seguro de ganar, tomé la pesa y me sumergí. Bajé bastante, intentando mirar alrededor, hasta que vi algo que llamó mi atención. Había una silueta debajo mió. Parecía ser de gran tamaño. Me di cuenta que eran las casas que fueron sepultadas por la crecida del lago. Observé desde la distancia, ya que me pareció ver un movimiento dentro. Quizás algún pez. Pero entonces, el movimiento se repitió. Algo salió del interior de la casa y no era un pez. Era una silueta humana. Pero con vida. No distinguí sus facciones, pero era una figura humana sin duda. Entonces otra figura se acercó desde la otra casa. Unas burbujas salían de sus bocas y supe que estaban hablando o comunicándose de alguna otra forma. Y entonces fue cuando miraron hacia donde me encontraba. Uno levantó el brazo y me señaló. No me entretuve más. Solté la pesa y me fui lo más rápido que pude, sin detenerme a mirar si me perseguían, se quedaron en su lugar o se iban. Nadé hacia la superficie con toda mi capacidad y el oxígeno que me quedaba, aunque en ese momento casi no lo noté. En realidad esperaba que algo agarre mis pies o de ataque de cualquier otra forma. Pero no ocurrió.
Salí bastante agitado. Dije que había tragado agua, lo cual en parte era verdad. También les comuniqué que no quedaba nada y les pedí que nos alejemos de la zona ya que alguien podría llamarnos la atención. Nadie protestó. Comprendí entonces que por eso los cuerpos no salieron a la superficie. Aún estaban allí. Me pregunto si alguna persona de las que participó en las búsquedas, décadas atrás, habrían visto algo. Quizás si. O quizás no y la existencia de esas personas era algo desconocido. En cualquier caso, espero que nadie se acerque ahí. Ahora que estoy fuera del agua pienso en las personas que quedaron abajo ... que continuaban su vida en ese lugar al parecer, y no se que les pasaría si se llega a saber lo que vi.
Solo espero no volver a acercarme a la zona delimitada. Y que el lago no vuelva a su tamaño anterior a la crecida.
Aunque también cobró notoriedad por un motivo que no es tan bello. Hace unas décadas, el lago creció y sepultó algunas casas que estaban a pocos metros del agua, sobre unas tierras bajas. La crecida fue permanente, por lo que el lago no volvió a su superficie anterior. Esa zona se delimitó con boyas, primero para realizar algunas tareas para saber si realmente el lago no se retraería y también para llevar a cabo la búsqueda de los cuerpos, ya que en algunos casos no salieron a la superficie.
Con el tiempo, la búsqueda se abandonó y se fue retomando la actividad habitual en torno al lago, aunque las boyas se mantuvieron, como una manera de guardar la memoria de las personas que habitaban esa zona.
Esto es algo que ocurrió años antes de mi nacimiento, por lo que nunca me afectó demasiado a la hora de entrar al agua. Hasta ahora.
Resulta que el pasado fin de semana fui con mis primos a pasar el día. Todos habíamos crecido cerca de esas aguas y conforme fueron pasando los años, comenzamos a practicar deportes acuáticos y juegos. Ese día fuimos a repetir un desafío que hacíamos cuando éramos adolescentes: se trataba de meternos al agua sujetando una pesa y ver quien llegaba más abajo. Pero esta vez lo haríamos en la zona marcada ya que queríamos ver si llegábamos a ver lo que quedara de las casas. De a uno fuimos haciéndolo, hasta que fue mi turno. Yo era el único que había practicado natación, por lo que había entrenado mi respiración y podía aguantar más. Seguro de ganar, tomé la pesa y me sumergí. Bajé bastante, intentando mirar alrededor, hasta que vi algo que llamó mi atención. Había una silueta debajo mió. Parecía ser de gran tamaño. Me di cuenta que eran las casas que fueron sepultadas por la crecida del lago. Observé desde la distancia, ya que me pareció ver un movimiento dentro. Quizás algún pez. Pero entonces, el movimiento se repitió. Algo salió del interior de la casa y no era un pez. Era una silueta humana. Pero con vida. No distinguí sus facciones, pero era una figura humana sin duda. Entonces otra figura se acercó desde la otra casa. Unas burbujas salían de sus bocas y supe que estaban hablando o comunicándose de alguna otra forma. Y entonces fue cuando miraron hacia donde me encontraba. Uno levantó el brazo y me señaló. No me entretuve más. Solté la pesa y me fui lo más rápido que pude, sin detenerme a mirar si me perseguían, se quedaron en su lugar o se iban. Nadé hacia la superficie con toda mi capacidad y el oxígeno que me quedaba, aunque en ese momento casi no lo noté. En realidad esperaba que algo agarre mis pies o de ataque de cualquier otra forma. Pero no ocurrió.
Salí bastante agitado. Dije que había tragado agua, lo cual en parte era verdad. También les comuniqué que no quedaba nada y les pedí que nos alejemos de la zona ya que alguien podría llamarnos la atención. Nadie protestó. Comprendí entonces que por eso los cuerpos no salieron a la superficie. Aún estaban allí. Me pregunto si alguna persona de las que participó en las búsquedas, décadas atrás, habrían visto algo. Quizás si. O quizás no y la existencia de esas personas era algo desconocido. En cualquier caso, espero que nadie se acerque ahí. Ahora que estoy fuera del agua pienso en las personas que quedaron abajo ... que continuaban su vida en ese lugar al parecer, y no se que les pasaría si se llega a saber lo que vi.
Solo espero no volver a acercarme a la zona delimitada. Y que el lago no vuelva a su tamaño anterior a la crecida.
*Juan Andrés Capalbo, 33 años, docente de Educación Especial de la provincia de Buenos Aires, Argentina.