La vida de los otros
Fabiola Panchi
Señas particulares, libro de la periodista y escritora Josefina Estrada, relata la experiencia de la autora en el Servicio Médico Forense (SEMEFO) de la Ciudad de México.
Al principio la narración desconcierta, pues describe detalladamente lugares como la morgue, la fosa común y el anfiteatro, sitios que debido a la carga de dolor y sordidez que evocan, suelen mencionarse únicamente como puntos de referencia en una narración. Es por esa razón que tuve el impulso de dejar la lectura para otro momento, me daba miedo enfrentarme con lo que ahí se contaba; sin embargo, seguí leyendo: “Sin duda, es un acto de piedad sepultar a un ser humano. Pero echarlos desnudos, sin mortaja es rotular su anonimato y soledad. Cierto, nacemos desnudos, pero ser aventados a la fosa sin prenda, ataúd o lienzo que nos cubra es amargo”. Cuando llegué a este párrafo, que resume uno de los temas centrales del libro, ya no pude abandonar la lectura.
La primera crónica presenta el caso de una mujer cuyo cuerpo fue encontrado en un canal de Xochimilco conocido como “El Recodo”. La autora describe con mucha claridad su impresión y sus emociones ante el cadáver de esa joven mujer de 16 años: “verdoso y descomunalmente hinchado”. Resulta muy emotivo conocer la forma en que perdió la vida y cómo sus familiares la identifican a partir de las bolitas con las que se sujetaba el pelo.
Otro relato, que también describe el asombro de la autora, es el del cuerpo de un joven que llegó a la morgue como si solo estuviera dormido. El chico había estado en el Ángel de la Independencia festejando un triunfo del equipo mexicano de futbol. Cuando se dirigía a su casa lo asaltaron y le dispararon. Su cuerpo quedó tendido en la calle hasta que lo trasladaron al SEMEFO.
También me llamó la atención lo sucedido en la calle de Yosemite, en la Colonia Nápoles, donde las autoridades encontraron en un departamento a un hombre, una mujer y dos niños cuyos cadáveres doblaban su tamaño y habían adquirido un tono rosáceo. Habían muerto a consecuencia de haber inhalado gas de uso doméstico. Los peritos realizaron las investigaciones pertinentes para determinar si la causa de la muerte fue accidental, o si se produjo como consecuencia de un suicidio.
Los relatos que presenta Estrada están tan bien contados y cuidados que no caen en el morbo, dejan ver que algunas cosas en torno a la muerte pueden tener un significado más humano que lo que a veces pensamos e imaginamos. Es así que las crónicas de este libro nos hacen querer saber quiénes eran esos hombres y mujeres que perdieron la vida de manera violenta o accidentada en la Ciudad de México, y por qué razones sus cuerpos terminaron en el SEMEFO.
Aunque al principio el tema del libro me pareció difícil, mientras avanzaba en la lectura, me fui dando cuenta que la intención de la autora es mostrar la importancia del trabajo de las personas que realizan sus las labores en torno a la muerte, personas de las que sólo nos enteramos que existen cuando requerimos de ellas.
Josefina Estrada ganó en 2002 el primer concurso de crónica Salvador Novo por la obra Señas particulares, La muerte violenta en la Ciudad de México. Publicada en la Editorial Debolsillo. México 2013. Edición digital.
Al principio la narración desconcierta, pues describe detalladamente lugares como la morgue, la fosa común y el anfiteatro, sitios que debido a la carga de dolor y sordidez que evocan, suelen mencionarse únicamente como puntos de referencia en una narración. Es por esa razón que tuve el impulso de dejar la lectura para otro momento, me daba miedo enfrentarme con lo que ahí se contaba; sin embargo, seguí leyendo: “Sin duda, es un acto de piedad sepultar a un ser humano. Pero echarlos desnudos, sin mortaja es rotular su anonimato y soledad. Cierto, nacemos desnudos, pero ser aventados a la fosa sin prenda, ataúd o lienzo que nos cubra es amargo”. Cuando llegué a este párrafo, que resume uno de los temas centrales del libro, ya no pude abandonar la lectura.
La primera crónica presenta el caso de una mujer cuyo cuerpo fue encontrado en un canal de Xochimilco conocido como “El Recodo”. La autora describe con mucha claridad su impresión y sus emociones ante el cadáver de esa joven mujer de 16 años: “verdoso y descomunalmente hinchado”. Resulta muy emotivo conocer la forma en que perdió la vida y cómo sus familiares la identifican a partir de las bolitas con las que se sujetaba el pelo.
Otro relato, que también describe el asombro de la autora, es el del cuerpo de un joven que llegó a la morgue como si solo estuviera dormido. El chico había estado en el Ángel de la Independencia festejando un triunfo del equipo mexicano de futbol. Cuando se dirigía a su casa lo asaltaron y le dispararon. Su cuerpo quedó tendido en la calle hasta que lo trasladaron al SEMEFO.
También me llamó la atención lo sucedido en la calle de Yosemite, en la Colonia Nápoles, donde las autoridades encontraron en un departamento a un hombre, una mujer y dos niños cuyos cadáveres doblaban su tamaño y habían adquirido un tono rosáceo. Habían muerto a consecuencia de haber inhalado gas de uso doméstico. Los peritos realizaron las investigaciones pertinentes para determinar si la causa de la muerte fue accidental, o si se produjo como consecuencia de un suicidio.
Los relatos que presenta Estrada están tan bien contados y cuidados que no caen en el morbo, dejan ver que algunas cosas en torno a la muerte pueden tener un significado más humano que lo que a veces pensamos e imaginamos. Es así que las crónicas de este libro nos hacen querer saber quiénes eran esos hombres y mujeres que perdieron la vida de manera violenta o accidentada en la Ciudad de México, y por qué razones sus cuerpos terminaron en el SEMEFO.
Aunque al principio el tema del libro me pareció difícil, mientras avanzaba en la lectura, me fui dando cuenta que la intención de la autora es mostrar la importancia del trabajo de las personas que realizan sus las labores en torno a la muerte, personas de las que sólo nos enteramos que existen cuando requerimos de ellas.
Josefina Estrada ganó en 2002 el primer concurso de crónica Salvador Novo por la obra Señas particulares, La muerte violenta en la Ciudad de México. Publicada en la Editorial Debolsillo. México 2013. Edición digital.