Revelaciones
Mariela Puzzo*
La mano mueve la sombra, y con la sombra moviéndose, casi sin distinguirse, la mano ejerce su primer movimiento en la hoja. La mano no alcanza al primer pensamiento que no se apiada de lo que no quieres decirte y sin embargo lo dices. La muerte se ve a sí misma, la mano logra extenderse más allá, en dirección a la muerte. La escritura te dicta, la muerte dicta esta escritura, la escritura de la muerte vive y respira. -Vedada por mí misma no tengo poder sobre la sílaba, ella se lleva todo y me traslada más allá de mí, me lleva hacia mí hasta perderme -. Buscar excusas por la historia?¿Dejar de ser la historia?¿Eso es lo que buscas? -Intuyo que esta tarea resulta ser intangible, y hasta un intento infructuoso de percibir lo imperceptible. Intuyo que estoy deshaciéndome y en la tierra no hay lugar para mí. Escribo como quién interpela a su sombra, o a la proyección de ella. Escribo, no detengo la marcha hacia adelante, en muchos casos son retrocesos, llevo el juego de la seriedad hasta el extremo. Lo imposible hace de mí una letra, un sonido. Escribo -.
Tu noche se ha retirado, ahora no te queda más que sobrevivir al día y esperar. La existencia también es la banalidad de la vigilia. ¿Acaso eres extranjera en tu propia tierra de palabras?¿Por qué entonces te apropias de las letras como si fueran tuyas? El paso de las letras es el camino de tu sombra. No devengas llanto ni alegría, aunque te parezca que construiste los vínculos, ellos son los que desaparecen cuando el lenguaje se desapropia de ti.
Tu voluntad no se vuelve entereza, es peregrinación al misterio, y te desangras, vives en la boca de la nada que escribes, pacientemente, insistentemente para encontrar el vacío de la luz.
Ante el amor, la ruindad de una palabra sin palabra, o de un silencio nítido en el fondo de la duda. Escribir sobre la duda es dejarse librado al laberinto de lo sin nombre. El amor y su enquistamiento de vuelo abortado, del pájaro que nace del árbol muerto y cae destrozando su corazón. Del amor, las lágrimas que no dicen, que solo atestiguan la posibilidad de darse a su expresión.
¿Hacia donde este silencio que te deshace, te desgrana como una semilla de oro arrancada de la feroz madrugada? ¿Adonde el alba en este camino de hielo? - Todo me alberga, albergo al Todo, aun, deshabitándome, como si lo que ha pasado fuera la instalación de la muerte en un día soleado-.
¿Qué pretendes todavía descubrir?¿Hacia donde tu sueño se quiebra y yaces quebrada ante tu sueño? Hablas de tus señales, de tus marcas, pero tus huellas no se marcan en la tierra, tu mirada no se eleva a la amplitud del cielo, tus aves yacen muertas entre tus manos, quietas, inertes, esperando no sé qué de la bella esperanza. ¿Qué aguas buscas dentro de ti que están ahogándote? Tú que escribes para sentirte viva, para traspasar el hastío y el preludio de la muerte. Tú que escuchas como si fueras el eco. ¿Qué será de ti luego del nombre? Le suplicas al viento su condensación de aire para contar las respiraciones de tu alma, tú que suplicas a los mares el flujo sanguíneo de tu voz. Repites con insistencia el verbo que trae tu carne, su cuerpo se anida en tu vientre como las palabras son dichas por el silencio. A ti que no te apartas de las piedras y las albergas o las ocultas para corresponder al llamado de tu corazón, y recitas el relato del tiempo. Nada queda de esa historia. ¿Para qué buscar las causas, las analogías?
La escritura se condensa en un punto, es ese punto que gira y va en todas direcciones como los dibujos de un ave sobre la arena. Si todas las cosas no son más que disecciones de un cuerpo incognoscible ¿dónde ubicar el pensamiento que sofoca el fuego?
Alma en vela ¿Por qué vuelves sobre tus pasos?¿Acaso no te ha absorbido la orfandad de la noche?¿Qué lenguaje te asalta para sentir el quiebre, la torcedura en la balanza que no pesa mas que lo invisible, lo que se expresa sin expresión y cae prisionero de los signos. ¿No se sabe, acaso, que el sol es la presencia que despierta? ¿Que si no habría lenguaje no existirían los campos, ni las flores, ni nada de todas las cosas? Miles de palabras impronunciables continúan su tarea de reconstrucción, cuando el tiempo ha empequeñecido las rocas se vuelven inmensas, cobra sentido el frío estupor de la ausencia.
Hay un libro que se escribió en el principio del Universo, hay palabras que albergaron al universo, como la voz del pájaro participó de lo eterno y es uno con él. Así el principio formó el primer lenguaje, la primera señal de tiempo.
Recorres sin piedad todos los sentimientos que se cruzan, se entretejen, se desarticulan. Rompen el hervor las lágrimas que amanecen. Nadie te ha enseñado a transitar el abismo porque tus pies estaban llagados antes de todo nacimiento. Y los umbrales en los que creciste te colmaron de ramas secas o de venas y fluíres densos. El goce sigue por el camino del llanto y por la piel abierta a lo nuevo. El goce es con la espera un solo mensaje que traslada el agua. En un principio era el color, la interrogación en las capas del cielo. En un principio eran las cenizas de despedida. No pudiste despedirte, solo yaces como si estuvieses muerta.
Bajo nuestros pies las raíces de la tierra, sostenidos por ella, mantenidos en orden ante la lámpara oscura, la que principia cada vocablo. Ante la entrada amurallada, la puerta blanca, detrás lo desconocido. Si alguien al menos te acercara un poco de agua. Pero aquí no hay más que fuego y fango. La sed espera en los picos de altas torres. Una parte del trato siempre se abandona. La divinidad se desliza entre los dedos como el agua por la sed en los abismos.
La orfandad y su espacio de existencia, diseminada como oro en extensas extensiones. Los amplios campos y las especies enfangadas ante el paso humano. Sobre las raíces de la tierra, una casa, y la espera taciturna en la contigüidad de la noche. Las estrellas vacían sus brillos sobre el canto del mar. El cuerpo sabe componerse solo.
-No tengo nada para decir, para escribir, y esta nada escritural o esta nada oral, esta oralidad impotente es tal vez el único sitio donde mi alma abreva-. El deseo es un imposible, todo deseo carga con su imposibilidad de desear.
Entre las líneas se podía apreciar esta distancia entre el alma y el ser. Como dentro de una irreal fisonomía, el rostro de lo real delimitado por el sentido de la vista. Siempre hay algo que se termina negando. Es una negación u otra. Efectivamente es una negación entre el deseo y la posibilidad. Negarse es sublevarse, transgredir la ley, marginarse, exiliarse.
-Nunca había mirado más allá, sin embargo, es seguro que mi vista había llegado más lejos que mi razón-. Los pájaros cuando anidan protegen. ¿Que quieres decirte?¿Acaso el dolor no abre surcos imposibles de atravesar? Eres para ti misma como un mar que ante las tempestades se eleva cruelmente y después logra la calma, acercando sus orillas, humedeciendo las arenas, trazando el camino de los peces. Tus razones ante el mundo resultan ser silencios, espacios de penumbra que acentúan los sufrimientos. ¿Has puesto un pie en sus costas, has transitado la soledad de tu desierto?
Esperar a que nazca la criatura lejos de lo seguro. Expectante permanecer al borde de la vida, convocando la muerte de todo sentimiento. Pero la muerte también se aleja de ti y es el centro de la vida el que temes.
La calle se abre segura a los transeúntes, mientras la sombra de los árboles decrece. El mundo arranca sus fértiles raíces y el árbol yace ante la muerte de un día. La vida se angosta, los senderos son maderos en la superficie del agua, entrar en la encrucijada de los mares y nutrirse del abismo de los cielos. ¿Cuál es la verdadera lejanía, donde se mece tu pensamiento huérfano? Anudas los soles para revertir el invierno y asolarte en una sucesión interminable. Habrá que repasar el destino para encontrar tu mano atrapando al viento, para encontrar al menos el fruto caído, reseco.
Las cúpulas de esas tumbas llevan el nombre del muerto. Transitar por sus pasillos es darle permiso a la muerte, para que tiña el sentido y lo transforme en sinsentido, para que edifique su trono de silencio. Las tumbas están calladas, calmas, taciturnas, con su simple espejo de huellas. Una piel se abre a su último designio. ¿Que habrá más allá de ti que inaugure sus testamentos sagrados?¿Que huye lejos de ti como un sentimiento de pavor, de locura? Dar vuelta las cartas, arrojar el dado al vacío, conspirar contra la seguridad de todo lo muerto es deshacerse en la bruma. La muerte es la donación al infinito, la preparación para lo eterno. Mientras tanto clamar por el plateado brillante de la luna que se sumerge en el desabastecido aire, en las profundidades de la noche certera, extensa noche de tus profundidades.
En las urnas de las palabras vive la palabra despreciada o del desprecio. ¿Y el amigo?¿El compañero que se deslizaba contigo en el follaje? Debo abrazar mi cuerpo en su intemperie, una duda me repite su lugar de sombra -
Estar en el abismo es abismarse todo el tiempo. Se entra en el abismo en la total inconsciencia. Ante el abismo las palabras colgadas al pie del manzano, es decir, en el lugar de la transgresión, el afuera de la ley, fuera de la razón, en la irracionalidad absoluta.
-Mis heridas se abren retorciéndose, anudándose, dando la impresión de estar asfixiadas. Es el clamor del encierro, sus días y sus noches son la prolongación de las constelaciones. -
Pensar entre los surcos de la noche, entre sus límites. Es el éxtasis del exiliado, extraviado dentro de sí, disgregado y después pulverizado. El ser y su pulverización; profunda soledad. Es una duplicación, un desdoblamiento cuando la vida es un problema, la vida se deshace en problemas. Exactamente es el punto que no retorna, de no retorno. La vida desaparece engullida por la muerte. Toda la vida es lucha contra la muerte, en la imposibilidad transita la muerte.
Tu noche se ha retirado, ahora no te queda más que sobrevivir al día y esperar. La existencia también es la banalidad de la vigilia. ¿Acaso eres extranjera en tu propia tierra de palabras?¿Por qué entonces te apropias de las letras como si fueran tuyas? El paso de las letras es el camino de tu sombra. No devengas llanto ni alegría, aunque te parezca que construiste los vínculos, ellos son los que desaparecen cuando el lenguaje se desapropia de ti.
Tu voluntad no se vuelve entereza, es peregrinación al misterio, y te desangras, vives en la boca de la nada que escribes, pacientemente, insistentemente para encontrar el vacío de la luz.
Ante el amor, la ruindad de una palabra sin palabra, o de un silencio nítido en el fondo de la duda. Escribir sobre la duda es dejarse librado al laberinto de lo sin nombre. El amor y su enquistamiento de vuelo abortado, del pájaro que nace del árbol muerto y cae destrozando su corazón. Del amor, las lágrimas que no dicen, que solo atestiguan la posibilidad de darse a su expresión.
¿Hacia donde este silencio que te deshace, te desgrana como una semilla de oro arrancada de la feroz madrugada? ¿Adonde el alba en este camino de hielo? - Todo me alberga, albergo al Todo, aun, deshabitándome, como si lo que ha pasado fuera la instalación de la muerte en un día soleado-.
¿Qué pretendes todavía descubrir?¿Hacia donde tu sueño se quiebra y yaces quebrada ante tu sueño? Hablas de tus señales, de tus marcas, pero tus huellas no se marcan en la tierra, tu mirada no se eleva a la amplitud del cielo, tus aves yacen muertas entre tus manos, quietas, inertes, esperando no sé qué de la bella esperanza. ¿Qué aguas buscas dentro de ti que están ahogándote? Tú que escribes para sentirte viva, para traspasar el hastío y el preludio de la muerte. Tú que escuchas como si fueras el eco. ¿Qué será de ti luego del nombre? Le suplicas al viento su condensación de aire para contar las respiraciones de tu alma, tú que suplicas a los mares el flujo sanguíneo de tu voz. Repites con insistencia el verbo que trae tu carne, su cuerpo se anida en tu vientre como las palabras son dichas por el silencio. A ti que no te apartas de las piedras y las albergas o las ocultas para corresponder al llamado de tu corazón, y recitas el relato del tiempo. Nada queda de esa historia. ¿Para qué buscar las causas, las analogías?
La escritura se condensa en un punto, es ese punto que gira y va en todas direcciones como los dibujos de un ave sobre la arena. Si todas las cosas no son más que disecciones de un cuerpo incognoscible ¿dónde ubicar el pensamiento que sofoca el fuego?
Alma en vela ¿Por qué vuelves sobre tus pasos?¿Acaso no te ha absorbido la orfandad de la noche?¿Qué lenguaje te asalta para sentir el quiebre, la torcedura en la balanza que no pesa mas que lo invisible, lo que se expresa sin expresión y cae prisionero de los signos. ¿No se sabe, acaso, que el sol es la presencia que despierta? ¿Que si no habría lenguaje no existirían los campos, ni las flores, ni nada de todas las cosas? Miles de palabras impronunciables continúan su tarea de reconstrucción, cuando el tiempo ha empequeñecido las rocas se vuelven inmensas, cobra sentido el frío estupor de la ausencia.
Hay un libro que se escribió en el principio del Universo, hay palabras que albergaron al universo, como la voz del pájaro participó de lo eterno y es uno con él. Así el principio formó el primer lenguaje, la primera señal de tiempo.
Recorres sin piedad todos los sentimientos que se cruzan, se entretejen, se desarticulan. Rompen el hervor las lágrimas que amanecen. Nadie te ha enseñado a transitar el abismo porque tus pies estaban llagados antes de todo nacimiento. Y los umbrales en los que creciste te colmaron de ramas secas o de venas y fluíres densos. El goce sigue por el camino del llanto y por la piel abierta a lo nuevo. El goce es con la espera un solo mensaje que traslada el agua. En un principio era el color, la interrogación en las capas del cielo. En un principio eran las cenizas de despedida. No pudiste despedirte, solo yaces como si estuvieses muerta.
Bajo nuestros pies las raíces de la tierra, sostenidos por ella, mantenidos en orden ante la lámpara oscura, la que principia cada vocablo. Ante la entrada amurallada, la puerta blanca, detrás lo desconocido. Si alguien al menos te acercara un poco de agua. Pero aquí no hay más que fuego y fango. La sed espera en los picos de altas torres. Una parte del trato siempre se abandona. La divinidad se desliza entre los dedos como el agua por la sed en los abismos.
La orfandad y su espacio de existencia, diseminada como oro en extensas extensiones. Los amplios campos y las especies enfangadas ante el paso humano. Sobre las raíces de la tierra, una casa, y la espera taciturna en la contigüidad de la noche. Las estrellas vacían sus brillos sobre el canto del mar. El cuerpo sabe componerse solo.
-No tengo nada para decir, para escribir, y esta nada escritural o esta nada oral, esta oralidad impotente es tal vez el único sitio donde mi alma abreva-. El deseo es un imposible, todo deseo carga con su imposibilidad de desear.
Entre las líneas se podía apreciar esta distancia entre el alma y el ser. Como dentro de una irreal fisonomía, el rostro de lo real delimitado por el sentido de la vista. Siempre hay algo que se termina negando. Es una negación u otra. Efectivamente es una negación entre el deseo y la posibilidad. Negarse es sublevarse, transgredir la ley, marginarse, exiliarse.
-Nunca había mirado más allá, sin embargo, es seguro que mi vista había llegado más lejos que mi razón-. Los pájaros cuando anidan protegen. ¿Que quieres decirte?¿Acaso el dolor no abre surcos imposibles de atravesar? Eres para ti misma como un mar que ante las tempestades se eleva cruelmente y después logra la calma, acercando sus orillas, humedeciendo las arenas, trazando el camino de los peces. Tus razones ante el mundo resultan ser silencios, espacios de penumbra que acentúan los sufrimientos. ¿Has puesto un pie en sus costas, has transitado la soledad de tu desierto?
Esperar a que nazca la criatura lejos de lo seguro. Expectante permanecer al borde de la vida, convocando la muerte de todo sentimiento. Pero la muerte también se aleja de ti y es el centro de la vida el que temes.
La calle se abre segura a los transeúntes, mientras la sombra de los árboles decrece. El mundo arranca sus fértiles raíces y el árbol yace ante la muerte de un día. La vida se angosta, los senderos son maderos en la superficie del agua, entrar en la encrucijada de los mares y nutrirse del abismo de los cielos. ¿Cuál es la verdadera lejanía, donde se mece tu pensamiento huérfano? Anudas los soles para revertir el invierno y asolarte en una sucesión interminable. Habrá que repasar el destino para encontrar tu mano atrapando al viento, para encontrar al menos el fruto caído, reseco.
Las cúpulas de esas tumbas llevan el nombre del muerto. Transitar por sus pasillos es darle permiso a la muerte, para que tiña el sentido y lo transforme en sinsentido, para que edifique su trono de silencio. Las tumbas están calladas, calmas, taciturnas, con su simple espejo de huellas. Una piel se abre a su último designio. ¿Que habrá más allá de ti que inaugure sus testamentos sagrados?¿Que huye lejos de ti como un sentimiento de pavor, de locura? Dar vuelta las cartas, arrojar el dado al vacío, conspirar contra la seguridad de todo lo muerto es deshacerse en la bruma. La muerte es la donación al infinito, la preparación para lo eterno. Mientras tanto clamar por el plateado brillante de la luna que se sumerge en el desabastecido aire, en las profundidades de la noche certera, extensa noche de tus profundidades.
En las urnas de las palabras vive la palabra despreciada o del desprecio. ¿Y el amigo?¿El compañero que se deslizaba contigo en el follaje? Debo abrazar mi cuerpo en su intemperie, una duda me repite su lugar de sombra -
Estar en el abismo es abismarse todo el tiempo. Se entra en el abismo en la total inconsciencia. Ante el abismo las palabras colgadas al pie del manzano, es decir, en el lugar de la transgresión, el afuera de la ley, fuera de la razón, en la irracionalidad absoluta.
-Mis heridas se abren retorciéndose, anudándose, dando la impresión de estar asfixiadas. Es el clamor del encierro, sus días y sus noches son la prolongación de las constelaciones. -
Pensar entre los surcos de la noche, entre sus límites. Es el éxtasis del exiliado, extraviado dentro de sí, disgregado y después pulverizado. El ser y su pulverización; profunda soledad. Es una duplicación, un desdoblamiento cuando la vida es un problema, la vida se deshace en problemas. Exactamente es el punto que no retorna, de no retorno. La vida desaparece engullida por la muerte. Toda la vida es lucha contra la muerte, en la imposibilidad transita la muerte.
*Mariela Puzzo, cuatro libros publicados, tres de poesía y una novela. Premio Faja de honor de los escritores de la provincia de Bs As, Argentina. Publicación en medios gráficos y revistas digitales: Letralia, Baobab, Cine y literatura, Revista La Alcaparra, Ridyn, Awen, escritores.org. Géneros: Ensayo y Poesía. Publicaciones en Venezuela, Colombia, España, México y Argentina. Instagram: Mariela Puzzo, facebook: Sofía Filo.
“Al Poema Artes Invisibles y Otros”, ensayo sobre la obra de Alejandra Pizarnik fue publicado en el año 2018 en la revista digital del Departamento de Letras de la Universidad de Buenos Aires. He realizado múltiples actividades en el ámbito literario: organización de ciclos, conducción de talleres de literatura y filosofía, formación de grupos de literatura, ponencias en el Dpto. de Letras de la Universidad de Buenos Aires.
“Al Poema Artes Invisibles y Otros”, ensayo sobre la obra de Alejandra Pizarnik fue publicado en el año 2018 en la revista digital del Departamento de Letras de la Universidad de Buenos Aires. He realizado múltiples actividades en el ámbito literario: organización de ciclos, conducción de talleres de literatura y filosofía, formación de grupos de literatura, ponencias en el Dpto. de Letras de la Universidad de Buenos Aires.