Urbanidad
Elsa Fujigaki
La mujer observaba al hombre que, sin levantar la vista del corazón de filete, explicaba las condiciones del préstamo. Permanecía callada; jugueteaba con el cuchillo colocado junto a su plato vacío. Intentaba calcular los intereses que debía pagar pero la distraía el olor a carne sangrante; el aroma azuzaba su hambre de varios días. Intentó protestar por el abuso. El prestamista hizo una mueca de desprecio, sacó un sobre con dinero, lo puso sobre la mesa, y trinchó un bocado.
Con una furia inexplorada apretó el mango del acero. Su mirada fue de la carne al pecho del hombre y terminó en la punta afilada del cuchillo. Los latidos de su corazón aumentaron: si se abalanzaba podía saciar su apetito. Emitió una queja moribunda y dejó caer el cubierto sobre la mesa. Acomodó sus manos sobre el regazo y continuó escuchando la voz ensalivada del usurero.
Con una furia inexplorada apretó el mango del acero. Su mirada fue de la carne al pecho del hombre y terminó en la punta afilada del cuchillo. Los latidos de su corazón aumentaron: si se abalanzaba podía saciar su apetito. Emitió una queja moribunda y dejó caer el cubierto sobre la mesa. Acomodó sus manos sobre el regazo y continuó escuchando la voz ensalivada del usurero.