|
Una de vaqueros
Orloj
Fernando Yacamán
Moriré al encontrarte.
En el muro, santos y una calavera protegen a Orloj que señala el movimiento de los astros que conjuran el cielo. Contra ese muro te besé; tu lengua luminosa me incendiaba, en tu boca, todos los amaneceres; en tu abrazo, la sentencia de mi muerte; tus ojos negros, el sol que despertaba al mundo; y ahora, desde que desapareciste sólo cae lluvia, escurre por mis párpados, el río nace en las calles y expande un horizonte azul.
En el muro, santos y una calavera protegen a Orloj que señala el movimiento de los astros que conjuran el cielo. Contra ese muro te besé; tu lengua luminosa me incendiaba, en tu boca, todos los amaneceres; en tu abrazo, la sentencia de mi muerte; tus ojos negros, el sol que despertaba al mundo; y ahora, desde que desapareciste sólo cae lluvia, escurre por mis párpados, el río nace en las calles y expande un horizonte azul.
Bajo tu amparo
Guillermina Monroy Zavala
Sub tuum praesidium confugimus, sancta Dei Genitri. El hombre, abatido, en su cama de moribundo, reza la oración con un murmullo que tiene mucho de canto antiguo. Hace horas que el aire apenas llega a sus pulmones; pero dice las palabras con la emoción de un niño asombrado: nostras deprecationes ne despicias in neccesitatibus; él desea, con el cansado corazón, que sus últimas palabras sean una súplica de misericordia: sed a periculis cunctis libera nos semper y la alabanza que sus labios sedientos elevan por última vez: Virgo gloriosa et benedicta!
Manuales de autoayuda
Carmen Ros
Fui a comprar revistas para ver los vestidos de boda con los que salen fotografiadas las aristócratas y las celebridades. Aquí en Aguascalientes se usan mucho y mis clientas son exigentes, no quieren parecer gringas, sino europeas, porque tienen un gusto más refinado. Verónica Pedrero, una que es asesora de la alcaldesa, le copió una pamela a Camila, la esposa del príncipe Carlos, el que quedó viudo de la lady Diana. Yo se la mandé hacer en Casa Álvaro, el que hace accesorios para novias. Tomé un Hola!, me paré en la fila para pagar y vi este libro, el de Dios aprieta pero no ahorca. Capitaliza tus situaciones de agobio. Lo compré porque es mi caso. Cada semana tengo que contratar costureras o bordadoras y vivo con el Jesús en la boca de no poder entregar los vestidos que me encargan.
La tarde Pendular
Héctor Domínguez Ruvalcaba
Todavía lo había visto salir en el taxi como a las tres de la tarde cuando regresaba de la escuela. Pero no estaba jalando porque no levantó a una señora que le hizo la parada. Lo saludó con un ligero alzar de cejas cuando pasaba, lustroso de la cara y los ojos inflamados de cansancio. Por la madrugada lo había oído hablar con su madre, la voz silbante, cuando se levantó a orinar. Y todavía después del remolino del excusado pudo entender dos o tres palabras.
La muerte chiquita
Testamento
Rosina Conde
En posición fetal quiero mi tumba
sin gemidos ni llantos ni lamentos
sólo un canto febril, zumba que zumba
que amortigüe el camino en el momento.
Bacanora, sotol, una marimba;
son jarocho plagado de recuerdos;
un tequila, un mezcal, cimba que cimba
que acompañen mi paso sempiterno.
sin gemidos ni llantos ni lamentos
sólo un canto febril, zumba que zumba
que amortigüe el camino en el momento.
Bacanora, sotol, una marimba;
son jarocho plagado de recuerdos;
un tequila, un mezcal, cimba que cimba
que acompañen mi paso sempiterno.
La espiral
Juan Carlos Astudillo Sarmiento
ella busca el borde de la hoja, lo habita.
deja de ser temblor.
la besa. una arista húmeda
palpita
la extensión
que
camina, con vehemencia
deja de ser temblor.
la besa. una arista húmeda
palpita
la extensión
que
camina, con vehemencia
Los barcos no son para mirarse
Andrés García Barrios
Se van, se van siempre,
como si una voz se hubiera desteñido
y ellos fueran su púrpura.
Queda una playa:
boca que no cesa,
bebe agua y expele
una filosofía como de costa.
Palabras vienen,
frescas brisas o arduas tormentas
contra los hoteles del muelle.
como si una voz se hubiera desteñido
y ellos fueran su púrpura.
Queda una playa:
boca que no cesa,
bebe agua y expele
una filosofía como de costa.
Palabras vienen,
frescas brisas o arduas tormentas
contra los hoteles del muelle.
Sabores y saberes
Eurídice Román de Dios
Hay rutas que se emprenden con la mirada hacia adentro,
con el brillo de los ojos.
Sin distancias, sin conceptos, tan sólo con un leve palpitar
de las certezas.
Entonces llegas como el cristal que se traspasa con las manos,
con el canto, con el ave.
Fuego interno que en el ocaso enciende dos luces, dos,
una saliva, una.
Tránsito de paisajes, fusión, cuerpos que se deshacen
al tocarse.
Complicidad de pieles de tigres, de venados, bajo la lluvia
tibia, del frío de invierno.
con el brillo de los ojos.
Sin distancias, sin conceptos, tan sólo con un leve palpitar
de las certezas.
Entonces llegas como el cristal que se traspasa con las manos,
con el canto, con el ave.
Fuego interno que en el ocaso enciende dos luces, dos,
una saliva, una.
Tránsito de paisajes, fusión, cuerpos que se deshacen
al tocarse.
Complicidad de pieles de tigres, de venados, bajo la lluvia
tibia, del frío de invierno.
Arde Patria
PS Guilliem
sonríen
Agitan sus cabellos y los diminutos pies en la graba negra
Son felices bajo el fuego
son el fuego
Serpentean
Son el hambre
derriten todo
llama del soplete que corta
Arden
¡Bailo!
Agitan sus cabellos y los diminutos pies en la graba negra
Son felices bajo el fuego
son el fuego
Serpentean
Son el hambre
derriten todo
llama del soplete que corta
Arden
¡Bailo!
Interiores
Illiana Rodríguez
Persiste el follaje de trinos
tras la ventana.
(Las persianas tatuaron
sus sombras en mi piel).
tras la ventana.
(Las persianas tatuaron
sus sombras en mi piel).
Calcetines Rojos
Claudia Islas Coronel
La tarde de estambre
se enreda sobre la ventana
sus dedos corceles
enhebran carretas
en el crepúsculo
su mirada hace nudos de luminarias
que guiñan sobre la falda del volcán
se enreda sobre la ventana
sus dedos corceles
enhebran carretas
en el crepúsculo
su mirada hace nudos de luminarias
que guiñan sobre la falda del volcán
Los días contados
Ruth Vargas Leyva
Esos días,
Con apariencia de velo y turbante,
perdimos el miedo a entrar al mar
arrastrando espuma entre los pies
buscando un barco hundido,
el miedo a escalar montañas
sin cuerda ni arnés
y a descender a profundos abismos.
Con apariencia de velo y turbante,
perdimos el miedo a entrar al mar
arrastrando espuma entre los pies
buscando un barco hundido,
el miedo a escalar montañas
sin cuerda ni arnés
y a descender a profundos abismos.
Tiempo eterno
Roberto Arizmendi
Era la hora del alfil
en el instante
una forma de oración
para invocar el tiempo del estío
y una mano cerrando la palabra.
El cielo tenía
un supuesto color incierto
de osadía
el gozo era del hombre
o del dios que él inventó
para saciar su sed
de pájaro volante.
en el instante
una forma de oración
para invocar el tiempo del estío
y una mano cerrando la palabra.
El cielo tenía
un supuesto color incierto
de osadía
el gozo era del hombre
o del dios que él inventó
para saciar su sed
de pájaro volante.
A prueba y error
Revelaciones
Mariela Puzzo
La mano mueve la sombra, y con la sombra moviéndose, casi sin distinguirse, la mano ejerce su primer movimiento en la hoja. La mano no alcanza al primer pensamiento que no se apiada de lo que no quieres decirte y sin embargo lo dices. La muerte se ve a sí misma, la mano logra extenderse más allá, en dirección a la muerte. La escritura te dicta, la muerte dicta esta escritura, la escritura de la muerte vive y respira. -Vedada por mí misma no tengo poder sobre la sílaba, ella se lleva todo y me traslada más allá de mí, me lleva hacia mí hasta perderme -. Buscar excusas por la historia?¿Dejar de ser la historia?¿Eso es lo que buscas?