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Una de vaqueros
El agua, la sangre y el vino
Sergio Gaut vel Hartman
—¿Cuántos años tiene usted, patrón? Con todo respeto…
Don Moisés alzó unos ojos acuosos hacia Indalecio, el puestero de la finca “La Sarita”, que permanecía de pie ante él, manoseando su boina, y sonrió. Demasiados años, pensó, pero el fiel Indalecio estaba haciendo una pregunta concreta y merecía recibir una respuesta acorde.
—Ciento dos, hijo. Soy un hombre de tres siglos —agregó—. Nací el 31 de diciembre de 1899 en Kamianets-Podilskyi, Ucrania. Ciento dos años, Indalecio. No son pocos, ¿no?
Don Moisés alzó unos ojos acuosos hacia Indalecio, el puestero de la finca “La Sarita”, que permanecía de pie ante él, manoseando su boina, y sonrió. Demasiados años, pensó, pero el fiel Indalecio estaba haciendo una pregunta concreta y merecía recibir una respuesta acorde.
—Ciento dos, hijo. Soy un hombre de tres siglos —agregó—. Nací el 31 de diciembre de 1899 en Kamianets-Podilskyi, Ucrania. Ciento dos años, Indalecio. No son pocos, ¿no?
La mujer del cuadro
Sergio Gaut vel Hartman
La mujer del cuadro luchó por despegarse de la pincelada vertical que la retenía, consciente de que su esfuerzo, una vez más, como tantas, infinitas veces, terminaría en fracaso. Su sorpresa fue enorme al descubrir que no, que a diferencia de tantas, infinitas veces, podía hacerlo. Tras siglos de cautiverio, atada por fuerzas invisibles a la posición y el gesto que el artista había decidido con su trazo, pudo avanzar hacia el roble pisando la constelación de familiares hojas pardas y doradas; estaba casi segura de que conocía íntimamente a cada una de ellas, y que podría llamarlas por el nombre de pila, si quisiera. Mientras caminaba se volvió a preguntar cómo lo había logrado. Misterios. Plasmar los contornos, las manchas y los reflejos en la ínfima superficie con tan acabada perfección. Mover los pies y las manos en el espacio. Pensar. [...]
Repetición
Hugo Vargas
o creo estar errado si afirmo que ella lo planeó todo. Sí. Aunque la historia fue luego modificada y adaptada a las conveniencias de una mujer de su categoría y posición, eso no quita que los hechos hayan ocurrido de una manera completamente opuesta a la que se conocen.
Ella lo amaba. Sí. Él también. Aunque no lo demostraban. Ella se cuidaba bien de aparentar en los pasillos y los paseos públicos pero en el fondo su único deseo era estrecharlo entre sus brazos. Era un amor prohibido y, por ello, apasionado.
Solo se habían visto una vez: el día que lo encerraron para siempre. Pero una mirada bastó, un solo gesto, para entender que debían estar juntos.
Ella lo amaba. Sí. Él también. Aunque no lo demostraban. Ella se cuidaba bien de aparentar en los pasillos y los paseos públicos pero en el fondo su único deseo era estrecharlo entre sus brazos. Era un amor prohibido y, por ello, apasionado.
Solo se habían visto una vez: el día que lo encerraron para siempre. Pero una mirada bastó, un solo gesto, para entender que debían estar juntos.
La Cueva
Francisco Payán
Estoy de frente a La Cueva. Al asomarme por el estrecho hueco, alcanzo a ver un pasadizo que se pierde en la oscuridad, quizás, a unos treinta metros de donde estoy. “Órale mono, saca los cerillos y la vela” le dice Humberto a Chávez. Adrián, Igor, Uriel, Josafat, Gabo y una docena más, están a nuestras espaldas. Cada quien en su desmadre.
Nos rodean árboles altísimos. El trinar de los pájaros y aves de la zona envuelven la atmósfera. Palmeras, hayas, araucarias, frondosos helechos y caminos adoquinados se pierden entre la maleza. Todo en el parque de los Tecajetes es exuberante, como la película Depredador. Junto a nosotros, está un estanque de grandes dimensiones con agua puerca que conecta a otros estanques que están en la parte baja del terreno. No estamos en una misión para rescatar a un rehén. Tan solo somos una jauría de pubertos que se han volado las soporíferas horas de sus Talleres Técnicos para ir en busca del mito. Cada lunes El Himno de Secundarias Técnicas dice que seremos el progreso del país. Hoy no será así.
Nos rodean árboles altísimos. El trinar de los pájaros y aves de la zona envuelven la atmósfera. Palmeras, hayas, araucarias, frondosos helechos y caminos adoquinados se pierden entre la maleza. Todo en el parque de los Tecajetes es exuberante, como la película Depredador. Junto a nosotros, está un estanque de grandes dimensiones con agua puerca que conecta a otros estanques que están en la parte baja del terreno. No estamos en una misión para rescatar a un rehén. Tan solo somos una jauría de pubertos que se han volado las soporíferas horas de sus Talleres Técnicos para ir en busca del mito. Cada lunes El Himno de Secundarias Técnicas dice que seremos el progreso del país. Hoy no será así.
La muerte chiquita
Mellizos - Algunas veces - Instrucciones de uso
Aleksandra Lekić Vujisić
(“Cuando Roma caiga, caerá el mundo entero”.
Venerable Beda)
Estábamos viendo las monedas volar hacia la fuente
un ejército de gente feliz e intacta
hace fotos sobre el Tíber;
un poco de sal en una herida abierta,
algún curso y sin límite.
Y no puedo recordar
si estuviera buscando a la loba,
para rescatarme, para ayudarme a no tirarme,
sangrando sin heridas
Estaba corriendo por mi cuenta
Venerable Beda)
Estábamos viendo las monedas volar hacia la fuente
un ejército de gente feliz e intacta
hace fotos sobre el Tíber;
un poco de sal en una herida abierta,
algún curso y sin límite.
Y no puedo recordar
si estuviera buscando a la loba,
para rescatarme, para ayudarme a no tirarme,
sangrando sin heridas
Estaba corriendo por mi cuenta
Turbio Veneno / Tz'iil ja' re kamik
Miguel Tum Ajkot
Retumba el cielo en su indigestión,
se cubre lentamente de gris, un zanate se pavonea ante su hembra, tres niños juegan con una pelota hecha de bolsas de nailon. Los pájaros cantan desde tiempos antiguos. ¡Solo pienso en ti…! |
Tiq'ulul jch'ool looq'laj kaaj,
xq'anar jwiich chi usiil, nik' chaq tinatun rik'il jun saq atz'iq sib' jwiich, jun ach ch'ok tixojowsaaj riib' chuch ra ixoq ch'ok, oxib' taq ra ek'l ti'itzan taq rik'il jun pootz' b'anal re kaxlan wuuj. taq ra ch'ip tib'ixan taq chopka' ojor taq tziij chuch qatiit' qamaam, Inchomorsan chaab'... |
Dos poemas de kinstugi
Alfredo Lozano
Nuestros cuerpos decidieron buscarse:
en un principio fue arritmia, después costumbre,
después lo llamamos burdamente amor, ahora es sendero.
No nos conocemos ni a nosotros mismos pero podemos dibujar besos en
nuestras espaldas.
No es lo más importante conocernos. Somos amorfos, disloques.
Te abracé antes de dormir y me sentí protegido.
en un principio fue arritmia, después costumbre,
después lo llamamos burdamente amor, ahora es sendero.
No nos conocemos ni a nosotros mismos pero podemos dibujar besos en
nuestras espaldas.
No es lo más importante conocernos. Somos amorfos, disloques.
Te abracé antes de dormir y me sentí protegido.
Tres poemas
Marian Raméntol
Nacemos sin los nombres que ahora nos conocen
y desnudamos caminos
para vestir sepulturas en la afonía del mar.
Desde el mirador del verbo,
mis ángulos son cristales de madera
en la magia de un domicilio sin buzón
donde fumo historias y reescribo incidentes
en el blanco de los ojos.
y desnudamos caminos
para vestir sepulturas en la afonía del mar.
Desde el mirador del verbo,
mis ángulos son cristales de madera
en la magia de un domicilio sin buzón
donde fumo historias y reescribo incidentes
en el blanco de los ojos.
YOH
Gerardo Szae
Deslizas tu lengua sobre
el paisaje recién
forjado con
la yerba that
you saw
spinning over
the hill
& le prendes
fuego. Your peak is
on la Bufa
cuando te la fumas con
todo & el santo que
pierde su cabeza.
el paisaje recién
forjado con
la yerba that
you saw
spinning over
the hill
& le prendes
fuego. Your peak is
on la Bufa
cuando te la fumas con
todo & el santo que
pierde su cabeza.
Planeta Samsara - Quiero hacerte el amor esta noche
Antonio Rosales
Con Neptuno entre los pies
(Plutón opuesto y al revés)
decoloro matices de tu voz
para, con Freud, Lacan y Jung analizar,
el gris trasfondo de tu adiós.
(Plutón opuesto y al revés)
decoloro matices de tu voz
para, con Freud, Lacan y Jung analizar,
el gris trasfondo de tu adiós.
¿Qué leer?
Lo Diferente. Iniciación en la MísticaNo se sabe qué se desarrolló primero, si el lenguaje o la religión; lo más seguro es que se desarrollaron al mismo tiempo y ambos surgieron como respuesta a los asombros de la existencia.
Entre ensayo literario y libro confesional, Lo diferente es una generosa invitación a reflexionar sobre la experiencia religiosa y, sobre todo, a descubrir la singular y regocijante vía mística. Hugo Hiriart, uno de los escritores más brillantes en lengua española, comparte aquí las memorias sobre su relación íntima y solitaria con Dios, así como las aproximaciones religiosas, filosóficas y teológicas de grandes pensadores como Pascal, William James, Rudolf Otto, Simone Weil, Romano Guardini, Simone de Beauvoir, y de sus maestros José Gaos, Luis Villoro y Gallegos Rocafull. Con una prosa conversada, yendo a contracorriente con las posturas ensayísticas de esta época, Hiriart nos acerca a temas como el mal, la presencia de Dios y la compasión, sumando así inquietudes y asombros a nuestra constelación personal de lo sagrado. |